'Era un ser único en Jaén'

“Yo le conozco desde la infancia, de correr por la calle donde vivía su familia, por la Plaza de Santa María, calle Álamos, ese era nuestro territorio de juntarnos y tener nuestra tertulia de zagales. Esa amistad se ha ido manteniendo de por vida, hasta el jueves, que me enteré de que estaba muy enfermo.  Nunca hemos perdido el contacto.

Alfonso Sánchez Herrera

    26 sep 2010 / 10:00 H.

     También era muy amigo de su hermano Pepe, con ellos teníamos reuniones y tertulias en el bar del Zamora, enfrente de la Diputación. Nos veíamos prácticamente todos los días, con unos cuantos amigos más. Tengo unos recuerdos muy agradables, muy gratos.  Nos llamábamos con frecuencia y no hemos discutido nunca de política, y de sobra es conocida la tendencia de cada uno, pero por encima de todo eso teníamos nuestro cariño. 

    Se ha perdido una excelente persona, bondadosa, cariñosa donde las haya, amigo de sus amigos, y cuando ha habido algún problema en alguna familia, siempre ha querido intervenir para llevarlo a buen término. Siento mucho que se vayan los buenos y nos quedemos los malos, pero allá donde esté, que rece por nosotros y que nos espere.

    El día de antes hablé con Juan Espejo y le comenté que no tenía el libro que había publicado Diario JAEN con sus artículos. Lo recibí el mismo día de su muerte”.

     

    David Piedra Cruz

    “Venía a mi negocio, el ‘Akelarre’, desde hace ya cinco años. Es una persona que, si le conoces, te enseña mucho, porque sabía muchísimo, era un pozo sin fondo de conocimiento. Siempre ha sido él , cabezón y muy suyo. Un tipo que entendía de música y que siempre se ha rodeado de muchos amigos. Le decías: ‘¿Cómo estás?’. ‘Más viejo que ayer’, respondía siempre, como en el título del libro que tenía. He aprendido mucho de sus vivencias, que ha tenido muchas, políticas y artísticas, y hablando de él me emociono. Nos quedamos un poco huérfanos de todo lo que tenía. Sobre todo, lo cabezón que era, y se ha muerto cabezón, hasta el último día, según me han contado”. 

     

    Eduardo Castro Rodríguez 

    “Recuerdos de Manolo tengo muchos, no se pueden plasmar en tan poco espacio. Era un hombre con una estatura no muy  grande, pero dentro sí. Un cantaor de voz recia por Serrat o por Alberto Cortés como los propios ángeles. Había un hombre que era un poeta, y había un amigo de los amigos. Era un crítico indomable, y decidió un día dejarnos, y lo ha conseguido. Siempre lo recordaremos como ese buen cantaor, que nos ha deleitado, cuando cantaba por Serrat, y cuando hablábamos de tantas cosas de la vida. Siempre tendremos presente a Manolo Nieto. Un gran amigo y un mejor hombre”. 

     

    José Antonio Torres

    “Esta no es la primera oportunidad que la muerte aprovecha su paso por la Tierra para llevarse a un amigo. Mi amigo Manolo Nieto. Desde que conocí a Manolo me di cuenta de que siempre decía lo que sentía y hacía lo que pensaba. Por eso estoy seguro, como decía Gabriel García Márquez, de que nadie, ninguno de los que te queríamos, te recordará por tus pensamientos secretos, sino por la convicción con que los expresabas. Sólo quiero decirte, a través de estas líneas, que las lecciones que dejaste servirán para prolongar tu vida…, lecciones de honradez, de amistad sincera, de humildad y de compromiso  con los demás. Gracias por haberme dejado compartir tu amistad, tu sabiduría. No hemos perdido a Manolo Nieto, lo hemos ganado para siempre”.

    José María Baena 

    “Manolo era el último de una especie de bohemios, de personas que han hecho con su vida lo que han querido dentro de lo que han podido. Para mí Manolo era un ser entrañable, absolutamente tierno, absolutamente humano a pesar de esa coraza que él se puso de hombre antipático, de hombre que se peleaba con media humanidad. Un hombre tan tierno, tan tierno, que yo creo que le daba hasta miedo sacar su ternura. Un gran amigo, una gran persona y una gran pérdida para Jaén. Lo conozco de hace quince años, de Jaén, de sus tabernas, de los amigos y, sobre todo, a partir de la muerte de un amigo común, Vicente Morales. Eso nos unió mucho más”.

     

    Salvador  Ordóñez Cabrera 

    “Una vez me dijo: ‘Somos muy buenos amigos pero nos vemos poco’. Nos conocíamos desde hacía cuarenta años y nos teníamos mutuo respeto, y cariño, porque hemos pasado muchas cosas bonitas cuando estábamos juntos. Le conocí cuando yo regentaba el Restaurante Santo Reino, y allí nació una amistad de por vida, aunque por motivos laborales no coincidíamos tanto. Se va un buen amigo, con poco roce pero con mucho cariño. Yo le tenía mucha admiración y estoy muy agradecido por su amistad”. 

     

    Félix Martínez 

    “Sigo sin entender y  cada día menos, toda esta parafernalia que se origina en torno a la muerte. Etapa final de la carrera de la vida y en la que muchos se empeñan en que les coloquen, tristes ilusos, el maillot de no sé qué color y otros por ponerse el maillot dorado de haber estimado más que nadie al que se ha ido,  se rompen en elevar y sostener miles de alabanzas que dan nombre al  día de las alabanzas. Tengo la ligera impresión de conectar también en esto contigo Manolo, Manolo Nieto. No recuerdo que tratáramos de este asunto y eso que siendo yo casi titular y aspirante, pudimos haberlo hecho en nuestras charlas de las tardes cafeteriles, pero creo que no, ni lo hicimos entonces ni lo hemos hecho ahora cuando el titular y aspirante eras tú. Si es más que cierto que casi todos los días y por la extraña coincidencia que los horarios logran en alcanzar los encuentros de las personas, rara ha sido la media mañana en que no nos hemos encontrado allá por el Paseo de la Estación y en los aledaños del Kiosco del Parque. Ahí fue la última vez que nos vimos y nos transmitimos, el apretón de nuestras manos, los sentimientos de la más pura y grande amistad. Sí, los dos conocíamos el camino, a mí me dolía enormemente verte por ese camino y tú eras consciente de ello. No te lo dije el otro día y te lo digo hoy, me da igual que parezca una estupidez. Te vi con tu buen paquete de cigarros y sentí una cierta envidia. Por eso te dije: ¡Fuma, Manolo, fuma! Seguiremos en contacto. Ya te contaré de las alabanzas, ya te contaré, aunque esta mañana ya me puse en contacto contigo”.

     

    Eleuterio Muñoz 

    “Releo el artículo Soy un entretenido y no sé si es de Manolo Nieto o de Groucho Marx, otro ídolo. Así de crudo. Así de frío. Así de claro. Esencia Nieto. El único que practica lo que dice y además le es fiel. Los demás somos de garrafa. Eso es lo que lo ha ‘matao’. Descanse en paz. Él y su caballo. O no”.

     

    Pedro Cuadros 

    “En Jaén, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Manolo Nieto, a quien tanto quería. Valgan estas palabras de Miguel Hernández para expresar el dolor que en este momento siento. Han sido tantas las tardes que hemos pasado juntos, tantos los momentos que hemos compartido hablando y pensando que arreglaríamos los problemas del mundo pero también que alguien los estropearía. Y éramos felices cuando caía la noche pensando en que todo lo habíamos arreglado.  Ahora que te has ido yo me pregunto: ¿con quién voy a compartir esos momentos de barra con los que hasta me enfadaba contigo? Pero siempre nos despedíamos con un gran abrazo.

    Sabes que soy hombre de pocas palabras, que me cuesta decirte todos los valores que tú para mí has significado y todos los entredichos que tú me has contado. Sólo te puedo definir como una gran persona y ser humano. Tú me hiciste sentir el protagonista por un día con tu entrevista en Diario JAEN. Jamás pensé que tendría que hablarte de esta forma y que no podría volverte a esperar en el pub como siempre hacía.

    Hoy sacaré la botella de ron del congelador”.

     

    Joaquín Córdoba

    “Afable, cariñoso, educado, adulador, entrañable, a la vez que, quisquilloso, protestón, peleón, cascarrabias. Pero por encima de todo buena persona y amigo de sus amigos. Conocí a Manolo, recién llegado yo a Jaén, de la mano de José Luis Siles y Juan Bueno. Por aquellos momentos siempre enfrascados en dialécticas síndico-empresariales, que a los que estábamos ni en un sitio ni en otro, tratábamos y muchas veces lográbamos, derivar a otros asuntos de pura tertulia genérica. Así poco a poco, se fraguó entre nosotros una amistad basada siempre en el mutuo respeto. Siempre ha contado conmigo para todo lo que organizaba y/o emprendía (tertulias, programas, entrevistas, etcétera) y siempre que lo he necesitado, lo he encontrado.

    Manolo ha sido una persona que no aceptaba la intolerancia, ni la transformación de las personas que se alejaban y/o renunciaban a sus orígenes e ideas. Porque desde mi punto de vista, Manolo era un idealista de la vida.

    Donde quiera que sea, que estés (a mí me gustaría que fuera en el Cielo), sigue siendo como has sido aquí, échanos una mano a los que nos quedamos, y que seas consciente de que te vamos a echar mucho de menos.

    Un abrazo muy fuerte para ti, y un beso para tus hijas, Manolo, de tu amigo, Joaquín Córdoba”.

     

    María del Carmen Carrillo 

    “Sólo decir que espero no echarle nunca de menos porque, de una manera u otra, también espero tenerle presente de por vida. Para eso se encargó de sembrar amistad, y esta no muere”.

     

     

    “Yo amaba a este personaje” 

    Ramón Porras González 

    “En esta tribu urbana de Jaén,  en esta ciudad tan oscura y tan tierna, al mismo tiempo, deberíamos de tener catalogados y protegidos a personajes como Manuel Nieto, cuya especie se halla en peligro de extinción si es que ya, con su reciente huida, no ha desaparecido del todo. Deberíamos de adherirle algún GPS a su alma para, si la buscamos, saber dónde se encuentra la integridad moral. Pero hoy quiero citar al poeta cubano Nicolás Guillén, en un fragmento del poema Palabras Fundamentales: “Alza tu voz sobre la voz sin nombre / de todos los demás y haz que se vea / junto al poeta, el hombre”. Y sólo a este quiero evocar, en instantes de dolorosa despedida. Personalmente, mantuve con él una comunicación críptica, en cuya virtud, mediante escueta cita del poemario del recordado José Nieto, mediante la referencia a una letra de soleá, era capaz de realizar la crónica de todos sus dolores, de sus contradicciones, de su enorme hartura de tantos injustos convencionalismos. Siempre me pareció paradójico constatar cómo con observaciones tan ácidas en ocasiones, tan irónicas y ácratas, mantenía a su alrededor incondicionalmente a gentes heterogéneas en ideología y en condición social. Opino que en Manuel Nieto, como hombre y como escritor, hallábamos muchos la ocasión silente de proyectar desgarros vitales que acaso por falso pudor o por cobardía silenciábamos. Por ello Manuel Nieto se constituyó, involuntariamente, en catarsis, en paradigma de honradez intelectual, de pensamiento independiente, de decencia y vergüenza torera. Yo amaba a este personaje. Lo amaba. Y de él hoy quiero recordar, por su acento premonitorio, la letra de soleá que me susurró hace pocas semanas, cuando ya su voz, se debilitaba por días: “A quién le contaré yo / fatigas que estoy pasando, / se lo contaré a la tierra / cuando me estén enterrando”. (Texto leído en el responso, ayer sábado)

     

     

    9 de septiembre de 2010. Último artículo publicado en la Contra de Diario JAEN

     

    Me queda  la palabra 

    De todos los analgésicos que co- nozco es el que mejor me ha servido para soportar esta broma pesada que es la vida. Sin ella sería bastante más huérfano de lo que soy. Me ha acompañado siempre, jamás me falló, supo en cada momento ser compañera de viaje y acompasar sentimientos y lectura. Un libro es lo más parecido a una mujer, siempre está por descubrir. Nunca sabes a qué sabrán sus besos en la siguiente página, todo es puro misterio. La vida no estaría dulcemente preñada si la palabra no existiera. No me imagino a esta sin la existencia de los Machado, Neruda, Vallejo, etcétera, sería como un siglo de cielo nublado, demasiado gris como para soportarlo, sería menos completo de lo mínimo necesario. No existiría esa brisa de aire limpio que es la palabra. Tengo muy pocas manías, soy persona de pocas obsesiones, no soy ambicioso, ni envidioso, pero sí egoísta con la palabra, la necesito, me alimenta, no sería vida plena sino un borrador, un proyecto abortado desde su inicio. La palabra, mujer hermosa y etérea, rotunda y plena, con todo el misterio de lo desconocido, con toda la capacidad de seducción de la que es capaz la inteligencia femenina. Por eso me queda la palabra.