Entrevista. José García (El Doctor): 'Disfruto estos días de soledad'

El matador y médico de Úbeda se cortará la coleta el próximo día 2 de octubre en su tierra, dentro del marco de la Feria de San Miguel. El torero, de 37 años, que tomó la alternativa en 2001, en la plaza de Jaén, no se retiró del mundo taurino a pesar de una grave cogida en La Maestranza en junio de 1999.

    15 sep 2009 / 09:12 H.

    —¿Qué tiene que sentir un torero para llegar a este paso final?
    —Hasta que mi hermano no me corte con una cuchilla de bisturí el pelo que tengo, no lo podré sentir completamente. Pero lejos de tener pena por dejar la profesión a la que le dediqué mis 37 años de vida, pienso que sentiré  alegría por la ilusión que tengo puesta en el 3 de octubre, que es el día siguiente. Esto no lo hago como una despedida de la vida, sino de una etapa que me abre otra nueva y que consiste en buscar la felicidad en otros ámbitos.
    —¿En esta nueva fase estará alejado del mundo de los toros?
    —En lo profesional me centraré en la Medicina, en la forense en concreto. Pero no puedo decir que voy a estar lejos del mundo taurino porque para ser feliz necesito torear. Gracias a la plaza de toros que tengo en mi casa, podré torear los sábados y domingos para afrontar la semana.
    —¿El esfuerzo y la constancia son imprescindibles en el toreo?
    —Para ser torero hay que dedicarle mucho tiempo. Recuerdo que mis tres maestros —Mario Coelho, Manuel Amador y José Fuentes— coincidían en decirme que el toro nace para matarte en la plaza. Come, duerme la siesta. Come, da su paseo. Duerme. Se levanta. Luego, el torero tiene que hacer lo más parecido a eso. Cuanto más abarque una persona y menos le dedique a su preparación, para evitar que te maten y matarlo tú, más está en desigualdad de oportunidades. Así, en el actual escalafón taurino se pueden ver toreros que dedican su vida a preparase, pero este mundo no depende de uno, por eso es tan injusto. El que más se entrena o mejor es, no es el que más torea. Y el que más torea no es el mejor ni el que más entrena.
    —¿Entonces, qué le queda al buen torero que quiere torear?
    —Indudablemente, la constancia. Algo que me demostró mi buen amigo Curro Díaz,  quien también me enseñó a coger una muleta en una finca de Jaén. Y pasaron casi diez años de matador de toros, olvidado de la gente, pero el premio a su constancia lo ha conseguido gracias al entreno, a vivir para y como el toro, y ahí está ahora, en un buen momento.
    —¿Dónde está la relación entre la espada y el bisturí?
    —Siempre recuerdo al Doctor Ramón Vila a quien le hice un símil muy bonito, cuando yo era el herido y él el doctor, el día de la cogida fuerte de Sevilla. Y le dije que, con sus manos de muleta y su bisturí de espada toreaba a la muerte, como el torero, con espada y muleta, torea al toro. El toreo y la cirugía son arte, porque no hay enfermedades sino enfermos y es cuando el médico se convierte en artista de saber ver esa enfermedad que puede tener escondida el paciente, para encontrarle la solución y “cortarle las dos orejas a la muerte” para que prevalezca la vida.
    —¿Usted llegó a sentir eso?
    —Yo llevé ambas cosas paralelamente. Hice tantas guardias leyendo toros y entrené tanto pensando en mis guardias... En resumen, soy el torero en el hospital y el doctor en los ruedos.
    —¿Cómo se enfrentó a la grave cogida de la Maestranza, la tarde del 20 de junio de 1999?
    —Yo era consciente de la gravedad, pues el conocimiento de la anatomía y de la patología, te da tranquilidad o preocupación. Recuerdo que al entrar en la enfermería de Sevilla, no pensaba que era tan grave. Desconocía que tenía más de 72 centímetros de pitón dentro, pero me preocupé cuando un señor cogió el puño y me presionó el abdomen a la altura del ombligo, pues sabía, como médico, que pretendía presionar la arteria aorta contra la columna.
    —¿Cómo lleva su retirada?
    —No duermo más de media hora desde hace meses, porque es mucho el esfuerzo, la ilusión y el empeño que tengo. Sé que pueden pensar que estoy loco, pero para mí significa terminar grandemente una etapa, a la que le dediqué mucho. Además, ahora disfruto estos días de soledad y miedo, pero también tengo que agradecer, especialmente, a mi novia que es la que está acompañándome.
    —¿Qué le parece el cartel?
    —Creo que es el perfecto para una despedida con dos toreros mediáticos como son El Cordobés y Rivera Ordóñez y dos amigos         —Carnicerito de Úbeda y yo— a los que pretenden picar, en el buen sentido, y que no lo conseguirán.
    —Y qué mejor despedida que desde su propia casa.
    —Creo que nadie es profeta en su propia tierra. Mi pueblo me ha tratado más mal que bien. Pero yo tengo paz y no vivo de envidias.
    Diana Sánchez / Jaén