Entrevista a Elvira Lindo
Diana Sánchez/Jaén. Insiste y vuelve a matizar que su última novela Lo que me queda por vivir (Seix Barral) no es autobiográfica, pero lo cierto es que Elvira Lindo habla de los personajes de su obra como si de sus familiares se trataran. Y es que, para Lindo, se trata de un libro lleno de sentimientos.
—Aunque la protagonista de su novela es una mujer, el personaje del hijo tiene mucho peso en la historia, ¿qué lugar ocupa el niño en el libro?
—El hijo es central en la novela. Era complicado hacer que un personaje tan pequeño de edad fuera importante, porque no tiene la posibilidad de expresarse como un adulto. Pero creo que con esa especie de magia o truco de la literatura conseguí que la narradora se metiera en la mente del niño y supiera lo que está pensando. Al contar su pensamiento, hace que el niño cobre una dimensión en la novela que es fundamental y que no está basada en los diálogos sino en los pensamientos. Eso era algo complicado de conseguir, pero de los retos más apasionantes que tenía la novela.
—De hecho, el niño tiene una madurez prematura.
—Bueno, no es un niño que represente a todos los niños. Y es que, como ocurre con cualquier adulto tiene personalidad propia. Sin embargo, es un niño especial, por su madurez y por su inocencia. Una mezcla que permite hacer a una persona muy interesante. Pienso que el resultado de la inocencia y de la madurez puede dar cierto candor que hacen muy atractivas a las personas.
—Huevo Kinder fue el primer capítulo que escribió de la novela y a partir del cual tiró del hilo, ¿cómo surgió este texto?
—Fue muy casual. En ese momento escribía artículos en los que aparecía esa época de los años ochenta, pero de forma inconsciente. Luego escribí ese relato de un tirón y me di cuenta de que había un material muy interesante. En un momento de cambios y con una mujer también en un periodo de cambios en su vida. Y, tanto el personaje como el paisaje, me parecían muy evocadores para una novela.
— El título Lo que me queda por vivir, ¿hace referencia a una futura vida o al pasado?
—El libro es una colección de recuerdos de una mujer que, a sus cuarenta y tantos años, piensa en su juventud. El título hace alusión a la vida que ella ha tenido después de que se acabara esa juventud. El periodo de tiempo en el que se acaba su juventud hasta el momento en el que recuerda.
—A la hora de escribir el libro, comenzó casi por el final con el penúltimo capítulo Huevo Kinder, ¿cómo fue el resto del proceso de creación de la novela?
—Fue muy complicado, pues era la primera vez que escribía un libro desordenadamente. Iba pensando más bien en los recuerdos y en cómo los iba a contar y, luego, en qué lugar los colocaría. Fue como un collage que, milagrosamente, conseguí que tuviera una armonía total y con el que parece que la protagonista te lleva por un camino.
—Desde que colgó el primer texto que escribió de la obra en su web, la gente no ha parado de felicitarla, ¿parece que a los lectores les llegaron los sentimientos de Antonia?
—Sí. El capítulo se colgó dos o tres días antes de sacar el libro. Decidimos colgarlo porque es como un cuento independiente y era de los más cortos. Inmediatamente, mucha gente los leyó, pero también es verdad que me sorprendió la inmediatez con la que se está leyendo el libro. Yo no tenía vocación de escribir un “best seller”. No creo que sea la naturaleza de este libro. Pero es muy íntimo y trata la una experiencia muy personal de una mujer. Supongo que en algo habrá tocado. Por algo habré emocionado a los lectores. La verdad es que me está sorprendiendo el cariño que provoca hacia el propio libro y, en cierta manera, hacia a mí.
—A pesar de que internet es una herramienta que le facilita ponerse en contacto con sus lectores, ¿había experimentado este cariño en anteriores publicaciones?
—Creo que, al margen de que internet facilita esa comunicación, sí que ha habido una respuesta más rápida. Y es algo que noto, que huelo.
—¿Cree que esos sentimientos que experimenta la gente cuando lee su libro son los mismos que los que vivió cuando estaba encerrada en su escritura?
—Es una historia muy íntima y
tan personal. En ningún momento pretendía reflejar un estereotipo de mujer, no hay estereotipos, son personas reales que responden a su propia historia. Pero, a veces ocurre que, milagrosamente, contando una historia muy personal tocas algo que es universal. Y, ¿por qué se consigue eso? Yo no me siento con capacidad para explicarlo.
—Esta es la novela en la que más páginas ha recortado, ¿recuperará el material o lo dejará en la papelera?
—Ha quedado un capítulo que puede leerse independientemente, muy largo. Y esas 50 páginas algún día las publicaré cuando pase todo esto. Ahora, pienso en el presente, aunque quizá pueda recuperar ese texto en un futuro para un librito.
Una periodista con un rico bagaje literario
La escritora Elvira Lindo realizó labores de guionista, locutora comentarista y presentadora en varios programas de RNE, tareas que repitió en la SER y en televisión. En estos guiones surgió el personaje de Manolito Gafotas, en 1994, con el que consiguió un gran éxito. Lindo también publicó para el público infantil cinco libros protagonizados por Olivia y Amigos del alma (2000). Para adultos, la gaditana escribió las novelas El otro barrio (1998), Algo más inesperado que la muerte (2003) y la obra de teatro La ley de la selva (1996). Sus crónicas de El País Tinto de verano (2001), El mundo es un pañuelo (2001) y Otro verano contigo (2002) fueron muy seguidas. En 2005 recibió el Premio Biblioteca Breve por la novela Una palabra tuya, llevada al cine por la actual ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde.