Entre los avances innegables y lo mucho que queda aún por lograr
La celebración del Día Internacional de la Mujer supone una jornada para la reflexión, para detenerse y poner en común cuáles son los avances que se han producido y cuánto queda aún por recorrer. Jornadas, conferencias, artículos de opinión y actividades variopintas se concentran alrededor de esta fecha para hacer más visibles a quienes durante años estuvieron siempre a la sombra.
A menudo, por el propio machismo innato en muchas mujeres. Está claro que esa no es ahora la situación, precisamente gracias a todas las luchadoras que se han empeñado en hacer valer los derechos que había sobre el papel y que, a menudo, en la práctica se desvanecían por el peso de una tradición retrógrada o el puro desconocimiento. Este año se llega a este día en un contexto de crisis económica generalizada, una situación en la que la mujer sufre con especial ímpetu los varapalos del mercado laboral. Los datos hablan de que son ellas las que lideran el trabajo a tiempo parcial, además de ser el pilar fundamental de la economía sumergida, ahora mucho más generalizada de lo ya habitual. Todavía se puede palpar ese llamado techo de cristal en el pico de la pirámide de las empresas, porque aunque la presencia de la mujer ha crecido de manera innegable en el tejido productivo en general, no es menos cierto que los cargos de responsabilidad situados en el ámbito de la toma de decisiones están reservados para el hombre. En Jaén ya se ha denunciado el caso del CES provincial, un órgano que sirve de ejemplo evidente de que la presencia de la mujer está muy lejos de ser paritaria. No deja de ser un ejemplo concreto, pero modelo de una realidad generalizada.
La conclusión parece sencilla. Todavía es necesario insistir en una discriminación positiva, hasta el punto de que no tenga sentido hablar de igualdad, porque esté ya asumida e interiorizada en la sociedad. Ese día, aún no ha llegado.