Entre la dimisión y la retirada
Yo no soy la ola, que golpea la roca, soy de carne y hueso...” musitaba un alma en pena por los pasillos del Congreso. Cuando menos “verso suelto” fue, cuando más cerca estaba de los postulados del PP, más se alejaba de la orilla. Cayó Gallardón por ese tsunami político que erosiona por desgaste, Rajoy. Ese presidente, en modo ahorro de energía, que es capaz de ningunear a Aznar, defenestrar a Esperanza Aguirre, frenar a Ana Botella o eliminar al eterno aspirante por un bien calculado interés electoral. Nadie le sostiene un parpadeo.
Temerosos deberían estar dentro y fuera del PP con el viaje por Oriente y de la sabiduría adquirida en aquellas latitudes. En una semana en la que los titulares te asaltan, Pujol decidió “hacer un calvo” a todo el Parlamento catalán, él sostiene que se desnudó ante la opinión pública, pero el cuento de la herencia es una peineta literaria a toda la madre patria. Por sus robos los conoceréis, el guion es lo que cambia y el de la estirpe de los Pujol es de premio.
A este lado de las primarias socialistas, los viejos rockeros siempre vuelven o no se van del todo, como Miguel Ríos. Fernando Calahorro escuchó la batería y se sintió con ganas de salir al escenario. El público reclamaba acción y estaba dispuesto a dársela, pero vio que, aunque con seguidores fieles, son otros tiempos y eran demasiados solistas para una formación en apuros. "En política, las cosas no son como son, sino como parecen", explicó el maestro, a modo de estribillo, e hizo mutis por el foro. Parecía que la cosa podría degenerar en pelea tabernaria y al grito de la tierra para el que la trabaja dejó el camino libre a un Manuel Fernández que rentabiliza ahora el trabajo sordo de los últimos años. Atrás queda la travesía en solitario, con un grupo pequeño, que con el avance de los días crecerá al calor de los focos. El PSOE está de gira, de primarias, y los apoyos se ganan en antros y en los grandes escenarios.