Entre el vuelo y el suelo

Entre el vuelo y el suelo hay algo por lo que, en términos económicos, Italia no solo nos compra la mayor cantidad de nuestro oro verde sino que también nos tiene tomada la medida desde hace décadas en I+D+I, e incluso siglos:

    07 dic 2011 / 10:48 H.

    ya durante el Imperio Romano se llevaban las ánforas desde la Bética y se iban acumulando, rotas, en el Monte Testaccio, por lo que poco ha cambiado la cosa. Sin embargo, la diferencia abismal italiana consiste en que para diciembre han terminado la campaña y, aunque haya menor producción que aquí, la calidad es infinitamente mejor. Los pequeños y medianos propietarios poseen cooperativas para consumir el aceite de sus propios olivos, y el resto lo venden a alto precio porque la selección es clave en el proceso. Uno de alguna manera se siente implicado en lo que representa de orgullo de la patria chica, y habría que preguntarse por qué se regodean los terratenientes de esta provincia en seguir con esta precariedad rural, industrial, por qué no se separa la aceituna del vuelo y la del suelo, por ejemplo, y se espera a que el fruto esté tan maduro y ácido. En esta situación enquistada nuestros empresarios apuestan por la cantidad, no por la calidad, prefiriendo que se pague el aceite barato y que se compense con el número de kilos vendido, vendido a los italianos, claro. Les interesa un campo sin desarrollar, arcaico, y seguir así siendo la clase dominante, aunque sean el hazmerreír de España y de Europa. Nuestra clase económica, ¡nuestra clase dirigente!
    Juan Carlos Abril es escritor