Entre Bárcenas y cospedaladas
Desde Madrid. A pesar de las constantes críticas que leo y escucho hacia el PP, creo obligado el mostrarle un agradecimiento. Más allá de sus juegos de palabras, argumentos increíbles e interpretaciones de la realidad más próximas a un viaje con ácido que a un análisis exhaustivo, mi reconocimiento se dirige a la aportación que algunos personajes que pululan por Génova hacen al lenguaje.
No me extrañaría que dentro de poco la RAE estudiase incorporar a nuestro Diccionario expresiones como: “Ser un Barcenas”, que vendría a definir al que habiendo cometido un delito en colectividad paga en justicia su falta mientras el resto de sus compinches se van de rositas, es decir, un cabeza de turco pero engominado hacia atrás; o por ejemplo: “Hacer una cospedalada” que serviría para describir el acto de saquear allí donde uno para y luego excusarse soltando frases incoherentes. Sirvan estas breves líneas para recoger la profundidad de mi agradecimiento, eso sí, en diferido.
Antonio Casas Sánchez