Entramos en la era neomedieval
Como el que no quiere la cosa, aprovechando la ocasión y con la imprecisión intencionada de la que se jacta el presidente del gobierno, la familia cristiano-demócrata, procedente de las ideologías fascistas más tozudas, nos está entregando a manos de esa casta que extiende su red por todo el mundo, fuertemente fusionada por lazos de fidelidad a sus intereses económicos.
Desde EE UU hasta China (que ya reclama el control del FMI) pasando por los señoríos europeos, han creado un sistema de tenaza que nos arrastra a una nueva Edad Media. Una situación que podríamos denominar “neofeudal”. Mientras la sociedad occidental creía entrar en el siglo XXI libre y feliz, estaba siendo liberalizada y narcotizada. Ahora va a ser curada de libertinaje, laicismo, derroche, lujuria, abortismo, obesidad mórbida, angustia, depresión y amoralidad. A una sociedad enferma se le debe dar corte por lo sano. Si la guillotina se inventó para depurar la pirámide social creando una sociedad libre, igualitaria y fraternal, ahora los cristiano-demócratas, que han comprado las propiedades, la dignidad, los títulos nobiliarios y las bendiciones divinas, vienen a degüello para protegernos y llevarnos de la mano a la etapa de la historia en la que ostentaron mayores riquezas y privilegios. ¿Cuál es el procedimiento? Una vez que han acabado con el Estado, entregar la administración a empresas especializadas. La Edad Media supone la gestión absoluta de la vida por parte de la nobleza y el clero. Los contratos de servidumbre se modernizan al someter al 99% de la sociedad a una sumisión sin condiciones. La celeridad con la que el PP está llevando a cabo la entrega es admirable. La catástrofe económica provocada por los grandes grupos financieros es gratificada socializando el dinero público (ahora le toca a Bankia), y el cataclismo desencadenado en vertical sobre las capas más débiles (desempleo, pobreza, desahucios, ansiedad y suicidio), reprimiendo sus derecho. Conocen perfectamente la capacidad de resignación del ser humano ante la adversidad. El asedio al baluarte de los derechos humanos sigue el modelo de los asaltos a las fortalezas medievales, cuyo objetivo era conseguir la claudicación del enemigo, saquearlo y asegurarse un mayor número de pecheros (plebeyos que trabajan y tributan). Los últimos refugios de la libertad y la igualdad (educación y sanidad) están siendo humillados y entregados a multinacionales donde actúan, como accionistas o directivos, personajes que han hecho carrera política de élite o están emparentados carnalmente con algún miembro del ejecutivo. La familia neofeudal nos abre sus brazos.
Guillermo Fernández Rojano es escritor