Enseñanza diferenciada

Francisco J. González Navarro desde Sevilla. Con cierta frecuencia se dice que una educación diferenciada por sexos es una educación discriminatoria. Nada más lejos de la realidad. Primero se omite el hecho de que los padres eligen libremente ese tipo de educación porque en ella, como en la no diferenciada,  se respeta la dignidad y la libertad de los alumnos.

    25 feb 2013 / 15:55 H.

    Además se cumple con todos los requisitos académicos y administrativos establecidos. Estudios internacionales independientes afirman que el rendimiento de los alumnos no es inferior sino más bien lo contrario. Por tanto, el supuesto perjuicio en el desarrollo escolar es una falacia. En la educación diferenciada se subraya la necesidad de la disciplina y la concentración para el estudio, evitando parte de las distracciones entre adolescentes de los dos sexos. ¿Por qué se ve normal que hombres y mujeres realicen actividades por separado de índole social, cultural o deportiva? ¿Debería ponerse fin a la Liga de fútbol masculina, a los gimnasios exclusivamente femeninos o a las peluquerías de mujeres? ¿Por qué no se admiten por algunos esas diferencias, que el sistema educativo pueda utilizarlas de forma racional y orientada a un mejor desarrollo madurativo? Porque es obvio que hay diferencias entre chicos y chicas en el desarrollo físico y psicológico. Las familias que optan por la educación diferenciada contribuyen como los demás con sus impuestos a la escuela pública, pagan buena parte de la concertada y ahorran plazas e inversiones a la administración. Cualquier padre debería tener derecho a este tipo de educación, tan democrática como la no diferenciada. Hay familias que renuncian a muchos otros gastos por priorizar el que creen que es un buen modelo para sus hijos. Se habla de libertad, pero se intenta oprimir por razones políticas la opción libre y digna de los que prefieren otro modelo educativo, utilizando para ello prejuicios irracionales en un ejercicio de autoritarismo social y político.