En vela por una plaza para la ludoteca estival
Que haya que hacer esto por una guardería de verano es una vergüenza”. La queja, tímida, era de una madre que esperaba sentada en un banco. Tuvo que levantarse cada hora en punto para confirmar su presencia. Igual que el resto de los allí reunidos. A las nueve de la noche eran ya sesenta y tres los inscritos en una lista que registraba —por orden de llegada— los nombres de los que hoy se inscriben, a partir de las nueve de la mañana, para que sus hijos tengan una plaza en la ludoteca de la Universidad Popular. Amor de padres que aguardaron toda la madrugada como si fuesen jóvenes impacientes ante el concierto de una estrella de la música. Sorprendió el ambiente tranquilo. Como si fuese algo normal.
Que haya que hacer esto por una guardería de verano es una vergüenza”. La queja, tímida, era de una madre que esperaba sentada en un banco. Tuvo que levantarse cada hora en punto para confirmar su presencia. Igual que el resto de los allí reunidos. A las nueve de la noche eran ya sesenta y tres los inscritos en una lista que registraba —por orden de llegada— los nombres de los que hoy se inscriben, a partir de las nueve de la mañana, para que sus hijos tengan una plaza en la ludoteca de la Universidad Popular. Amor de padres que aguardaron toda la madrugada como si fuesen jóvenes impacientes ante el concierto de una estrella de la música. Sorprendió el ambiente tranquilo. Como si fuese algo normal.

Alberto Racionero asumió una experiencia que repite desde hace ya tiempo. A su lado estaba su hijo Emilio, de siete años. “Yo me quedo hasta la medianoche. Luego me releva mi mujer. Tenemos dos”, explicó a Diario JAÉN. El año pasado hubo poco más de doscientas plazas disponibles, más o menos las mismas previstas para este, según testimonios de padres “concentrados”. El precio es de cincuenta euros por una quincena. “He venido para asegurar la inscripción de mi nieta. Me toca hacer la noche hasta que venga mi hija”, dijo Araceli Cabrera. “Es raro que no se oferten más plazas”, coincidió la mujer con Racionero. Tomás Boyano, otro de los presentes, llegó a las seis de la tarde. Apuntó su nombre en la lista que tiene validez para los padres, que no es “oficial”. “Algunos llevan aquí desde la una de la tarde”, confirmó. “Si el problema es de capacidad, que hagan convenios con colegios. Así se aumenta la oferta, porque la demanda es indiscutible”, abundó.
Una docente de Almería hizo parte del turno por su hermana. “El año pasado llegó a las cinco de la mañana y se quedó décima en la lista de espera”, recordó. Hoy, algunos padres llegan tarde al trabajo. “Es denigrante”, lamentaron.