En un lugar de Villargordo...

La tradición caballeresca y noble nacida de la mano de Miguel de Cervantes se hizo realidad en las instalaciones del Colegio de Educación Infantil y Primaria Francisco Badillo de Villargordo, un centro que se transformó en el escenario de las hazañas del mismísimo Don Quijote y su fiel escudero, Sancho Panza. Lo hizo de la mano de la XV edición de las Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil, una actividad en la que colaboró toda la comunidad educativa. La cita, organizada con motivo del IV centenario de la publicación de la novela, comenzó el miércoles y terminará hoy. Venta de dulces caseros, limonada exprimida por los propios alumnos, tiro con arco, taller de artesanía y, sobre todo, teatro y literatura centraron buena parte de los actos, preparados con la colaboración de la asociación de madres y padres de alumnos Antonio Cañas Calles.

19 jun 2015 / 10:17 H.


El de ayer fue un día muy especial. Gracias a la jornada de puertas abiertas, los progenitores volvieron a ser niños y vivieron la excitación propia del primer día de colegio. Andaban de un lado para otro de las instalaciones entremezclándose con los numerosos alumnos, buena parte de ellos disfrazados de época. Así, bajo el título “Volviendo de nuevo el Quijote a nuestras aulas ...”, el centro educativo se convirtió en “entorno cervantino”, tal y como calificó la propia directora, Ana Calles. Ella, junto a toda la comunidad educativa, se ha volcado con la actividad, que ha sido muy bien acogida por todos los alumnos. Y la mejor muestra de ello es ver la alegría con la que participaron en cada una de las propuestas y los profusos conocimientos que buena parte de ellos demostraron sobre la novela de Cervantes. Lectura continuada de la obra, teatros, talleres de alfarería, tiro con arco, exposiciones y mercadillos solidarios fueron algunas de las ofertas multidisciplinares que rompieron con el día a día de las aulas pero que ayudaron a entender que la literatura no tiene porqué ser aburrida, sino que es una puerta abierta a la aventura y al conocimiento. Una verdad que quedó patente en el patio del centro villagordense.