En espera de las notas
Quizás y sea un tanto exagerar, pero en los cincuenta, en que nací; había en España varios millones más de colchones de farfolla que de farolas en plazas y pueblos. Y los candiles y Franco y otras historias, que mejor sepultar en leche en polvo. Todo esto, para ver que con el tiempo, por suerte no pasamos solo de la albarca, al zapato.
Ni de infernillo de petróleo, a la “vitro”, para las damas del lavavajillas. Tanto rodeo, para contarles que nos han metido miles de euros en el corazón. Vamos, que somos de las últimas generaciones de los stem; los infartados. Esos “muelles” que nos han dado la nueva vida, y que gracias a la Sanidad pública andaluza, hemos podido hacer una rehabilitación para la vida que nos espera. Yo particularmente, que soy el más cortado de la clase. Un alumno amigable de los dos Pacos, compañeros, al igual que la dama maestra , Trini, Andrés, Antonio y el impèrator, Cesar. Total siete. Considero que tras la de recortes que nos han metido en sanidad, sea un “lujo” agradecido por los pacientes, a la corte protectora encabezada por Carlos Pagola, cardiólogo, y el diario seguimiento de la doctora La Fuente, la constancia de la enfermera Mayte y el buen y denodado hacer de Alfonso, como fisio y “ponedor” de la puesta a punto. Por suerte, agradecer, que por primera ocasión, locos-natos, podamos disfrutar del asesoramiento psicológico de las licenciadas María del Mar García y Laura Jiménez, en estos dos meses de postgrado y másteres. Y es que si no teníamos bastante con la crisis: La cardíaca. Como yerno del diablo que soy. Un abrazo a la Pantoja. Los otros también escaparán. Besos. Licencia 30-A.
Nicolás Ortiz
Maestro industrial