En defensa del territorio
Los sesenta millones de olivos del paisaje jiennense no son un dibujo uniforme ni cuadriculado, sino que presenta peculiaridades significativas y es ahora, en pleno proceso de aplicación de la nueva Política Agraria Común (PAC) cuando es necesario y urgente preservar que todos los olivos tengan un paraguas de ayudas justo. Existen 112.000 hectáreas de superficie de olivar en pendiente y de baja producción, el 18,8 por ciento del total, cuyo futuro se encuentra en la cuerda floja si no se logra que puedan beneficiarse de ayudas acopladas o asociadas a esta nueva PAC.
Ese es el principal caballo de batalla y así se puso de manifiesto en el Consejo Provincial del Aceite de Oliva, un órgano consultivo creado en 2012 que ha aprobado una resolución para lograr fondos adicionales a las explotaciones con una producción menor de tres mil kilos por hectárea y una pendiente superior al veinte por ciento. Esos son los requisitos y esa es la lucha. Pero en esta cuestión no se trata solo de dinero, sino de una forma de vida en su conjunto, de unos pueblos y ciudades que ven peligrar lo que hasta ahora daba sentido a su existencia y arraigaba a las familias a su lugar de origen, a su terruño. Un informe, que se hará llegar al Gobierno, y que pretende paliar el duro revés que supone la propuesta ministerial ahora sobre la mesa. De no ser aprobado, el riesgo de abandono está ahí, latente, con todo lo que ello representa de empobrecimiento no solo económico sino también social para muchos territorios. El principal escollo, hoy por hoy, se encuentra en el reglamento comunitario, que excluye a estos cultivos de las ayudas directas. Por eso hay que seguir en la lucha. Hay plazo y, si existe voluntad, se puede conseguir.