14 mar 2009 / 10:10 H.
El argumento es el que se ha sostenido desde siempre, pero que nunca llega a cuajar en el sector oleícola: la unión hace la fuerza. Ahora se hace un esfuerzo extra desde la Administración autonómica y se pone sobre la mesa la posibilidad de comercializar bajo una marca única, una idea que aún está pendiente de formalización jurídica, pero que supone colocar la pelota en el tejado de los productores para que den el paso definitivo. La idea es que participen “todos” y la iniciativa se ha trasladado a la Asociación Nacional de Industrias del Aceite de Oliva y de Aceituna de Mesa (Ania) y al Patrimonio Comunal Olivarero. El sector tiene que robustecer su posición en el mercado, especialmente debilitada por la atomización histórica que tanto daño hace a los propios productores. Se pone a disposición de los olivareros las instalaciones de la antigua Fedeoliva para almacenar, molturar y embotellar, con lo que se aspira a conseguir una marca única que otorgue argumentos de peso para competir con fuerza y conseguir que el precio del oro virgen no siga en caída libre. Es complicado, de todas formas, porque la última palabra y el paso decisivo tiene que darlo el propio sector y por más que las administraciones se empeñen en dar respaldo, como es su obligación, llegados a cierto punto son los oleicultores los que deben dar el salto y avanzar en esa tan necesaria actuación conjunta. Sólo así se podrá alcanzar una posición Los canales existen, y cada vez son más, pero los resultados no se verán a corto plazo. La estrategia está en marcha, hasta el punto de que se va a reclamar a la Unión Europea que aplique los mecanismos que contempla la Organización Común de Mercado (OCM) para coyunturas como la que atraviesa el olivar y el aceite de oliva. Los productores no están solos, como nunca lo han estado, pero ha llegado el momento decisivo de ahora o nunca.