EMPRESA.- Manjares marinos en el mar de olivos

La tranquilidad y la paz que transmite la profundidad del mar, donde los movimientos de los seres que viven en su interior se flexibilizan y adaptan al entorno, son las sensaciones que deja la firma Mariscos Castellar. Un proyecto que se forjó, poco a poco, a base de constancia y dedicación de su fundador y que se mantiene aunque tenga que hacer frente a fuertes corrientes marinas, como la actual crisis, o batallar contra las especies más potentes que llegan desde los mares de China. Por eso y por llevar el nombre de Castellar y de todo el territorio jiennense por España y distintos puntos del mundo la firma recibe la distinción en la modalidad de “Empresa” de los Premios Jiennenses del Año. Por decisión de los miembros del jurado, compuesto por destacados representantes de la sociedad de la provincia, el proyecto de Francisco José García Muñoz quedará marcado en la historia de Jaén como insignia y referente empresarial. Un reconocimiento para Mariscos Castellar que reforzará el caparazón de su estructura y enriquecerá el interior de su músculo.

    09 feb 2014 / 10:28 H.

    Especialistas en marisco del Sur, la familia de Castellar destaca que su peculiaridad, desde los comienzos, está en la venta de los langostinos y las gambas: “Nuestro fuerte son los rayados y las salvajes blancas y rojas que proceden de las costas africanas —donde pescan los barcos españoles—. También compramos en las subastas que se celebran en Huelva”, explica la hija del fundador Josefina García Calero. En general, sus productos son originales de la costa africana y de la cuenca mediterránea. Además, los tentáculos de la empresa se extienden hasta Sudamérica. “En el langostino de cultivo, que es el principal género que trabajamos, el cien por cien de lo que traemos viene de Ecuador”, indica García. Además, la directora comercial de la firma resalta una gran ventaja desde el punto de vista ecológico: “Lo que más se vende ahora es el marisco de piscifactoría, porque en el mar no hay tanto y no se puede pescar tanto, así que, por temas de sostenibilidad y de precio, es el de cultivo el que se consume. Nosotros defendemos que deben existir estos cultivos pues, entonces, lo poco que hay en el mar se va a terminar”. Una postura que concuerda con  la manera de trabajar del país hispano, tal y como explica García. “Ecuador es el primero  que empezó con la acuicultura y su gobierno se ha preocupado mucho, pues es el segundo sector que mantiene su economía”. Y es que, en la maquinaria de funcionamiento de la empresa, la relación con los proveedores se sustenta en la fidelidad. “Prefiero la homogeneidad y garantizar que lo que vendo a mi cliente siempre es lo mismo, por eso tienes que hacer colaboraciones con los proveedores. No puedes irte a otro lado. Y más cuando hablamos de volúmenes muy grandes”, apunta García.
    Con la filosofía de la hormiguita que trabaja con humildad, empeño y constancia Mariscos Castellar cuenta con tres puntos de  referencia en la provincia: el municipio original, donde mantiene el cocedero; Santisteban, don- de se ubican el principal almacén de logística y las oficinas administrativas y Jaén, en el que se halla otro almacén de distribución, en el polígono de los Olivares. Desde aquí son múltiples los vehículos refrigerados que recorren todo Jaén y España para distribuir los manjares marinos. “Llegamos hasta Barcelona. Fuera hacemos cosas puntuales, de hecho trabajamos en Italia y Portugal. No queremos pelotazos, preferimos ir poco a poco. Igual que mantenemos a los proveedores de hace cuarenta años, también cuidamos a nuestros clientes desde hace varios”, explican padre e hija.
    Un ejemplo de resistencia empresarial que aporta fuerza a la tierra del mar de olivos para hacer llegar el manjar más sabroso y deseado de las profundidades marinas. Diana Sánchez Perabá