Emprendedores por necesidad
Cuando al cierre de empresas amanecen miles de lunes al sol, cuando el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y del olivo dibuja un escenario gris para Jaén, cuando los recortes en la administración pública hacen cuestionar su proyecto a los opositores, cuando el desespero llega a miles de jóvenes jienenses; es entonces cuando no hay más ley, que la de 'sal ahí fuera y búscate la vida'.
Se requiere, entonces, cambiar el chip de buscadores de empleo, con potentes curriculum, por el los exploradores de mercados en busca de trabajo, con seductoras tarjetas de visita. Pasar de pedir trabajo, a ofrecer valor. El reto no es fácil. Nos convertimos en emprendedores por necesidad, justamente cuando la situación económica menos acompaña, dando un paso adelante, o un puñetazo en la mesa, sin miedo a perder, porque no hay nada que perder, y a lo peor, poco que ganar. El origen etimológico de la palabra “emprendedor” proviene del francés “entrepernieur” que significa, viajante, aquel que cruzaba el océano en busca de un sueño en territorios desconocidos. En el emprendedor surge una idea, que se transforma en proyecto, y después crea la empresa. Se requiere viabilidad y esta recae sobre tres pilares; el técnico, el económico y el financiero. Técnicamente sabemos lo que hacemos, económicamente que vamos a ganar dinero, y financieramente que disponemos de los fondos necesarios para realizar el proyecto. Sin embargo, hoy día el emprendedor como autónomo en su soledad está condenado al fracaso si no basa su estrategia en alianzas, o bien con otros emprendedores, o bien mediante el emprendimiento colectivo con socios. Se requiere de un proceso más complicado, pues pasamos de individuo a grupo, de grupo a equipo de trabajo, y de equipo de trabajo a sociedad. No es lo mismo montar una empresa que una sociedad, pues el éxito depende tanto de factores técnicos, económicos y financieros, como de la capacidad de generar sinergias basadas en la confianza, el respeto mutuo y la organización. El emprendimiento colectivo reduce la incertidumbre, comparte riesgos, y amplia la competitividad funcional. El pasado domingo entró en vigor un Decreto Ley con medidas de apoyo al emprendedor. Por fin una política de estímulo y no de contención del déficit. Entre las diferentes medidas, aplaudimos aquellas que aligeran el peso de la mochila del emprendedor, como la tarifa plana de la cuota de autónomos de 50 euros para jóvenes y la posibilidad de compatibilizar el cobro de la prestación por desempleo con el alta de empresa. Sin embargo seguimos notando la ausencia de medidas que favorezcan el emprendimiento colectivo, incentivando focos de inviabilidad empresarial con medidas coyunturales, lejos de fomentar verdaderos proyectos consolidados.
Rafael Peralta es economista