Empleo, un “lujo” que persiguen más de 48.000 jiennenses
Nuria López Priego
La esclavitud —espetaban, con su humor musicado, Les Luthiers— no se abolió en el siglo XIX, como divulgan los libros de texto. Se cambió por jornadas laborales de ocho horas. Sin embargo, por paradójico que resulte, en medio de un crac financiero y económico que recuerda al de 1929 y que ha hecho que se tambaleen hasta los sólidos pilares de una impertérrita banca, esas ocho horas laborales se han convertido en un “privilegio” y, en la provincia, aspiran a alcanzarlo más de 48.574 personas, según el último informe del Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE), publicado el jueves.

La esclavitud —espetaban, con su humor musicado, Les Luthiers— no se abolió en el siglo XIX, como divulgan los libros de texto. Se cambió por jornadas laborales de ocho horas. Sin embargo, por paradójico que resulte, en medio de un crac financiero y económico que recuerda al de 1929 y que ha hecho que se tambaleen hasta los sólidos pilares de una impertérrita banca, esas ocho horas laborales se han convertido en un “privilegio” y, en la provincia, aspiran a alcanzarlo más de 48.574 personas, según el último informe del Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE), publicado el jueves.
Según la estadística, a lo largo de junio, el paro descendió en Jaén en 631 personas. Se trata de un 1,28% de desempleados menos que en mayo, cuando la bajada fue apenas simbólica: de veinticuatro ciudadanos. Para la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), la explicación es “la especial influencia de los Planes de Empleo Público”. Es decir, las obras que acometen los ayuntamientos con cargo a los Fondos de Zapatero y al Proteja y la entrada del verano, que ha supuesto una revitalización del sector servicios. No obstante, en Jaén, las cifras “extrañan”, incluso, a expertos economistas del calibre de Antonio Martín Mesa, director del Observatorio Económico de la provincia. “Ha habido un comportamiento irregular que no alcanzo a comprender, porque, por sectores, la mayor reducción de paro no se ha registrado en la construcción ni tampoco en el sector servicios, donde se ha incrementado en 159 personas. Ha sido en la agricultura, que ha caído en 583 personas. Quizá, porque no han renovado sus solicitudes en el INEM”, aventura el catedrático de Economía Aplicada.
A pesar de este leve, pero esperanzador descenso en el número de parados, aún hay, en la provincia, 48.574 jiennenses —11.713 más que en junio de 2008— que hacen cola en las oficinas de Empleo en busca de un trabajo digno, tal y como reza la Constitución Española. 48.574 ciudadanos que son mucho más que una mera cifra estadística. Son 48.574 historias, con nombre propio, que hablan, en algunos casos, de supervivencia y son también la prueba visible del hundimiento que ha experimentado la industria y la empresa jiennense, como consecuencia de una crisis que no hace ni distinciones ni, mucho menos, concesiones.
De Norte a Sur y de Este a Oeste de la provincia, no queda un rincón que no se haya visto sacudido por el fantasma del paro. El cierre de comercios y empresas es cotidiano y los expedientes de regulación de empleo, temporales o definitivos, están a la orden del día. En 2008, 1.480 trabajadores se vieron afectados por alguno. “Para encontrar una cifra superior a esta habría que retroceder a 1.996, cuando se alcanzó un valor de 2.458 como consecuencia de las dificultades que atravesó Santana Motor en aquellos años”, se indica en el número 150 del informe editado por el Observatorio Económico de la provincia para el mes de mayo. Lo peor es que, aunque “lo más duro de la crisis ya ha pasado”, como vaticinó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, “todavía no hay que hacerse ilusiones”, sentencia Antonio Martín Mesa.
Municipios como Mancha Real o Bailén, con economías otrora boyantes, que crecieron, en los últimos años, al amparo especular y especulativo de la burbuja inmobiliaria, son hoy el reflejo más evidente y desolador de la recesión. En este sentido, uno de los ejemplos más “dramáticos” es Pegalajar. Un pueblo con algo más de 3.000 habitantes, que logró alcanzar el pleno empleo gracias a la industria del mueble y que, en la actualidad, registra una de las tasas de paro más elevadas de España con un 47% frente al 16% en que se sitúa la media nacional. Y, en cuanto a Mancha Real, a la caída que ha sufrido el sector del mueble, hay que añadir la quasi desaparición de una industria incipiente en la provincia: la tecnológica.
El resultado de esta situación, y de la desesperación que la acompaña, es la creación de asambleas de parados en diferentes pueblos de la provincia, como Jódar, Pegalajar, el polígono de El Valle, en la capital, y en Úbeda. Precisamente, desde el municipio galduriense, y convocados por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), alrededor de trescientas personas salieron en dirección a Sevilla con un lema “Por la dignidad y el empleo”. Sus reivindicaciones contemplan desde un trabajo público o, en su defecto, desempleo indefinido para todos los trabajadores en paro, hasta un PER extraordinario que dé empleo a los parados del medio rural, al menos, durante cuatro meses, la eliminación de las treinta y cinco peonadas como requisito para solicitar el subsidio de desempleo o la moratoria en el pago de las hipotecas para las personas desempleadas.
Pese a la dureza de la crisis, ningún mal dura cien años y el director del Observatorio Económico de la provincia está convencido: “Superada la recesión y restablecidos los niveles de consumo, en Jaén no tiene por qué quedar ninguna secuela. Al contrario, la crisis puede ser oportunidad, pero tenemos dos retos: apostar por la competitividad y la productividad, y, para eso, hay que invertir en capital humano y físico —tecnologías e infraestructuras—”.