Empleando que es gerundio

Vengo por este medio a comunicarles, que por motivos estrictamente personales, no acudiré a la entrevista de trabajo que tenemos concertada para el día X a la hora. Y… Atentamente; Fulanito de tal”. Este comunicado en forma de excusa, motivo, argumento, declaración de intenciones o detalle de cortesía, desafortunadamente se está convirtiendo en práctica habitual, cuando en un proceso de selección para optar a una vacante, de cara a ocupar un puesto de trabajo, los perfiles interesados en postularse a esa candidatura desisten, incluso antes de conocer las condiciones vinculadas al posible desempeño en cuestión.

    25 mar 2013 / 11:55 H.

    Sucede esto, con mayor frecuencia de lo que imaginan, en un marco socio-económico en el que la precariedad laboral es compañera de viaje de jóvenes y no tan jóvenes, cualificados y no tanto. Y resulta incongruente, que exista una inquietud por incorporarse con prontitud al mercado laboral, y al tiempo, pocas responsabilidades por parte de los agentes intervinientes en el proceso de garantizarla. Lo que hace que nos estemos convirtiendo en ineficaces en la gestión de los parámetros básicos del comportamiento social. Sorprende ver cómo frente al necesario entendimiento entre las partes implicadas en el proceso de contratación laboral, existen discrepancias intrínsecas que conducen, en muchas ocasiones, al fracaso del proceso. Siendo el desempleo, uno de los mayores problemas que tiene España en la actualidad. Y me surge una duda, que hace que realmente considere como primordial el hecho de poder responder a la cuestión de ¿qué estamos haciendo mal? Porque la situación es la siguiente: Las empresas no somos capaces de transmitir seguridad, confianza, ni un futuro relativamente estable a los que deberían ser los motores del crecimiento de las mismas, esto es, las personas que forman y son parte de las organizaciones. Sucede que, los desempleados lo son, más por tratar de reencontrarse con el escenario laboral que (no lo duden) ya pasó, que por flexibilizar su propia visión del cómo ganarse la vida. Y resulta que, los poderes fácticos son lentos a la hora de facilitar las condiciones óptimas donde empresa, empresario, trabajador, marco regulatorio, formación y variables impositivas vayan de la mano, a fin de situar a nuestro país en la senda de la productividad, la innovación y el desarrollo. Entonces, si hoy existen empleadores que quieren y necesitan emplear; empleados que necesitan y ambicionan un empleo; e instituciones que emplean su tiempo y sus recursos en garantizar la empleabilidad, ¿por qué ni empleado ni empleador se emplean? ¿Alguien me ayuda a resolver este trabalenguas?

    Luis Salido