Emociones de naturaleza con adrenalina
La naturaleza tiene ese lado amable del que siempre se disfruta con gusto. Cualquier rincón abierto, tranquilo y apacible invita a adentrarse, si no para quedarse, sí para impregnarse de la belleza que espera ser redescubierta una y otra vez. Después está esa cara natural que no deja de moverse, que es viveza inquieta y pura, extrema y compleja, intranquila y, al fin y al cabo, atrayente.
Porque si atrae lo agradable, no menos cautiva lo difícil. Y aunque lo uno y lo otro difieran en el porcentaje de adeptos, el de los que prefieren el riesgo y la aventura crece cada temporada. Quizá porque la intensidad de la emoción es proporcional a la adrenalina que se genera. Así que, acostumbrados a pisar siempre suelo firme, a viajar sobre aguas reposadas o con vientos mansos, cuando la seguridad, aun estando presente, se queda en otro plano, la palpitación aumenta, como las ganas de estar tan vivos como la propia naturaleza.
Esto ocurre en los deportes de aventura, aquellos en los que sus practicantes asumen el riesgo como parte de una norma más. Aunque sea una regla que necesite un plus de responsabilidad. Para que no haya problemas. Para que solo se hable de disfrute, que lo hay, y mucho. Al fin y al cabo, hay precauciones en todas las disciplinas deportivas, aunque parezca que solamente debe haberlas en estas prácticas donde el trato directo con la naturaleza más viva puede que acongoje, pero no necesariamente. En la provincia de Jaén, además de los deportes más tradicionales en las conversaciones populares, numerosos lugares atraen a los amantes del contacto con el medio ambiente. Escalada, piragüismo, rafting, puenting, senderismo o barranquismo son algunas de esas otras actividades que se practican más de lo que se parece, a pesar de que no tengan mucha trascendencia.
Cientos de jiennenses aprovechan sus días de ocio para dedicarlos a pasar situaciones al límite, sabedores de que cualquier tropiezo puede tener un mal desenlace. Pero la sensación que se vive merece la pena. Eso dicen quienes practican estos deportes. Y tiene que ser verdad, porque si son cada vez más los deportistas de la provincia que los practican, también lo son aquellos que acuden de fuera con suma habitualidad, desde municipios de la vecina Córdoba hasta diferentes puntos como Sevilla, Madrid, Valencia, Murcia o Alicante, al igual que extranjeros de infinitos lugares. Jaén atrae también por es-tas prácticas, tan bien relacionadas con el turismo de interior propio de esta tierra.
Este tipo de deportes conjuga el esfuerzo individual con el compañerismo, que igualmente es necesario, no tanto para conseguir un fin cuantitativo, sino para lograr vivir una experiencia en equipo. Aquí, en la aventura de adrenalina, el objetivo es fundirse con el agua que salta, con el desnivel de las rocas que reinan en el cielo jiennense, con el aire que corre a contracorriente. Contactar así con el medio ambiente tiene su recompensa, la de probar algo que no se puede explicar con palabras ni siquiera con imágenes, pues la emoción no se puede plasmar en ningún soporte expresivo que no se sienta por uno mismo.
En la provincia española con más espacios naturales protegidos, la práctica de los deportes de riesgo es un aliciente para hallar lo extraordinario en lo desconocido. Jaén invita a conectar con la majestuosidad de una naturaleza a cambio de exigir al valor interior una gran dosis de arrojo y entrega. Jesús Vicioso Hoyo