Emigrantes otra vez

En los años 60 del siglo pasado más de un millón de españoles emigraron a la Europa occidental. Sus destinos principales fueron Francia, Suiza y Alemania. Sirvieron de mano de obra para los trabajos menos cualificados y peor retribuidos. En números absolutos, Andalucía estuvo a la cabeza en volumen de inmigrantes (30,4%), seguida de Galicia (25,5%). No se cuenta aquí la migración interior, pues en esos años más de 600.000 personas llegaron a Madrid y Barcelona y unas 150.000 a Vizcaya.

    01 sep 2012 / 10:20 H.


    Mayormente se fueron los jóvenes entre 20 y 40 años, con contratos de trabajo anuales gestionados por el Instituto Español de Emigración (IEE), aparte de un buen número que lo hicieron por su cuenta y riesgo. De lo ahorrado, mandaban dinero a sus familias por medio de las Cajas de Ahorros. Enviaron unos cuatro mil millones de dólares, en aquellos tiempos, que financiaron buena parte del desarrollo económico de España.

    Los sacrificios fueron grandes. Unos pensaban en ganar un dinero que les permitiera abrir un negocio a su regreso. Otros, después de unos años difíciles, se llevaron a sus familias, empezaron una nueva vida, y tuvieron que superar los problemas de adaptación y escolarización de los hijos, por las diferencias de sistemas educativos y de idiomas. Otros volvieron después de la jubilación.

    Pasados todos estos años, nos encontramos con que desde 2008 más de 300.000 jóvenes españoles se han ido al extranjero a buscar un puesto de trabajo que no tienen en España. Hay más de cinco millones de parados y la tasa de desempleo juvenil es la más alta de Europa. Muchos de estos modernos emigrantes son los llamados “JESP”, o sea, jóvenes emigrantes sobradamente preparados. Entre ellos hay enfermeros, arquitectos, ingenieros, informáticos, etc. Han estudiado inglés, y los que se fueron con becas a distintos países han aprendido o perfeccionado francés, italiano o alemán. Las condiciones de los emigrantes son muy distintas de las que fueron antaño, teniendo en cuenta, entre otras cosas, la mejora en los medios de comunicación, lo que les permite visitar a sus familias. Utilizan sobre todo el avión, por haber bajado considerablemente los precios de los vuelos, especialmente desde que se crearon las compañías de bajo coste. Sus estudios y el conocimiento de idiomas los ayuda a defenderse con solvencia en cualquier parte.

    A este éxodo se le está llamando “fuga de cerebros”, porque es la generación mejor formada de los últimos tiempos y, además, van a desarrollar su trabajo fuera de España, en donde no ha costado ni un céntimo su preparación. No obstante, como no todo el mundo va a ver este asunto de forma pesimista, las fuentes oficiales dicen que no puede considerarse un fenómeno negativo, sino más bien un desafío para España, por tener que crear oportunidades para que estos jóvenes puedan volver, y que este trasiego beneficia a los interesados, al país en conjunto y a Europa entera. Eso es muy tranquilizador.

    Juan de Dios Jódar es funcionario.