Emigrantes.-Ese “jugoso” imán contra el paro

La uva. Con doce, Occidente da la bienvenida al año nuevo; transformada en vino, está asociada a los buenos momentos que regala la vida, aquellos por los que merece la pena un brindis. Sin embargo, más allá de la literatura que la rodea, la uva y su vendimia son sinónimo de respiro económico para las gentes de esta provincia. Hace cincuenta años y también ahora.
A una semana de que comience la recogida del fruto en Francia, Jaén aportará al país galo el 25% de los vendimiadores del conjunto de España. De los 14.000 españoles contratados, más de 3.400 son jiennenses de municipios como Valdepeñas, Jódar, Jabalquinto, Arjonilla o Alcalá la Real. Pueblos en los que la emigración ligada a los ciclos productivos de la tierra está fuertemente arraigada y que, en tiempos de zozobra económica como los que corren, representa un complemento nada despreciable para seguir estudiando o un flotador para abandonar, provisionalmente, las listas del paro y ganar hasta 1.200 euros por poco más de dos semanas de trabajo —eso sí, duro— en el campo.

26 ago 2014 / 09:45 H.


Como ha ocurrido con la aceituna, la crisis ha incrementado el atractivo de la vendimia. Desde mayo, Comisiones Obreras ha atendido a “más de 1.000 personas” interesadas en un empleo en la recolección de este fruto. “Pero ni el 1% de ellas se ha materializado en contrato”, indica el responsable del sector agroalimentario en el sindicato, Mariano Chinchilla. La demanda de trabajo es inversamente proporcional a una oferta “cerrada”.
Debido a la dificultad para encontrar jornaleros antes de que estallara la crisis, esta campaña agrícola ha ido reduciendo sus necesidades de mano de obra año tras año, ya sea por la progresiva mecanización del sector o bien por la eliminación de viñas. El resultado es que la campaña está muy estabilizada, los contratos se realizan directamente entre el empresario y las cuadrillas con experiencia, y es muy difícil encontrar nuevas ofertas. En Valdepeñas, Francisco Prieto Lendínez da fe de ello.
Desde hace 38 años se encarga de buscar “trabajadores cualificados, que se comporten lo mejor posible y que sean eficientes” para llevarlos consigo hasta los viñedos de Pauillac, en Burdeos. Es el manijero y, aunque ya está jubilado, a mediados del mes que viene, volverá a subirse a uno de los 4 autobuses que viajarán desde Valdepeñas hasta esta región del sur de Francia para “estar de acompañante” y “vigilar” que todo vaya bien en el proceso. En comparación con la campaña pasada, este año, irán a Pauillac 182 valdepeñeros, 54 menos. “Ha fallado una casa”, apunta. ¿Cuántos jornaleros son nuevos? “Muy pocos, porque los que van no fallan”, responde.
Ante una oferta tan regulada, desde CC OO alertan de los posibles fraudes que se pueden encontrar los buscadores de un tajo. Que les pidan dinero por consultar las propuestas de empleo o que les vendan guías con una relación de ofertas y que les demanden entre 100 y 300 euros para recibir una preoferta laboral son algunos ejemplos. Por ello, el sindicato recuerda que el acceso a esta información es gratuito, que el contrato es una obligación del empleador y que pagar por acceder a una oferta no asegura un trabajo.

Rafael Estepa: “No hay trabajo, ni industria aquí y es lo que nos queda” 
El valdepeñero Rafael Estepa tiene 25 años y, pese a su juventud, lleva ocho emigrando, cada final de verano, a Francia para trabajar en la vendimia. “No hay trabajo aquí, ni industria ni nada y es lo único que nos queda”, lamenta este joven. Mientras estudiaba la carrera, el dinero que ganaba le servía como un complemento económico. Ahora, representa una fuente de ingresos mientras encuentra un trabajo en España. “Pero la cosa está mala”, indica, incluso para un graduado en Ingeniería de Electricidad como él.
Como en la mayoría de los casos en esta campaña agrícola, Rafael Estepa empezó a viajar a Francia a través de un contacto: “Un conocido del jefe que lleva al personal”. Una vez allí, el trabajo no es un paseo por las nubes. “Es duro, como siempre lo es el trabajo en el campo”, cuenta, pero las dos o tres semanas que dura merecen la pena. La labor es menos ardua que aquí en España y está bien pagada, indicaron otras fuentes consultadas por este periódico. Se pueden ganar hasta 1.200 euros y “son libres de todo”, puntualiza el manijero Francisco Prieto Lendínez, que destaca que la comida y el alojamiento están garantizados y los cubre el propietario del viñedo.
Se trabaja de lunes a domingo, ocho horas al día. Todo está estrictamente regulado, aunque también se puede trabajar a destajo por kilos. En este caso, desde Comisiones Obreras informan de que la media del pago es de veinte céntimos de euro el kilo. Desde Valdepeñas, en torno al día 20 del próximo mes de septiembre, partirán cuatro autobuses con destino al sur de Francia. Algunos de los vendimiadores alternan la campaña de la uva, con otras, como, por ejemplo, las de la manzana, la nectarina o el melocotón.
Eso les permite un sueldo seguro y varios meses de trabajo garantizado que, además, suele atraer a familias enteras. De hecho, en municipios como Valdepeñas es raro el ciudadano que no tiene algún vendimiador entre sus parientes o alguien que lo haya sido. La necesidad manda y, en la provincia, la emigración por motivos económicos ha sido forzosa hasta tal punto que ha acabado convirtiéndose en una tradición. En parte de la cultura de estos pueblos y de la forma de ser de sus habitantes.