Elecciones europeas

La insoportable levedad de la Unión Europea se manifiesta un día sí y otro también. La imparable anexión de porciones de Ucrania por Rusia es el penúltimo exponente internacional. Los intentos de europeización de la antigua exrepública soviética no han encontrado el calor suficiente en occidente. Claro que, con una Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (¡joder con el titulillo!), como Asthom tampoco se puede esperar una sensibilidad especial para con nada ni nadie. Lo de la Frontera Sur, llámese Lampedusa, o Melilla con sus ignominiosas cuchillas o todo el Mediterráneo con sus miles de africanos ahogados cada año, habría sido seguramente impensable hace unas décadas, cuando se pensaba en la Unión Europea como un espacio para los ciudadanos, un ejemplo a imitar por el resto del mundo, donde los derechos humanos, la igualdad y la solidaridad fuesen realidad y no quimera. Apenas quedan jirones del sueño. Pero el sueño queda. Estamos inmersos en una guerra, aunque no como las de antes, con sus cañones y sus bombas. Pero el efecto es igualmente devastador. El expolio de millones de ciudadanos se está consumando con cobertura juridicopolítica. El desplazamiento de una generación fuera de sus territorios es un hecho. El abuso de los poderosos una obviedad. Pero también lo es que solo con un decidido mandato ciudadano se puede enderezar esto. O nos instalamos en la queja permanente y vacua o actuamos. Ahora lo que toca es votar. Votar, aunque sea la penúltima opción.

Empresario

    29 abr 2014 / 22:00 H.