Él ya estaba allí
Gaspar Zarrías está ligado a la política andaluza desde el primer minuto de partido y a la provincia de Jaén como un grano a un reloj de arena. En sus dieciséis años de secretario general del PSOE no se ha movido una hoja en la provincia sin que él lo supiese, pero si, además, la hoja caía, él estaba allí para comprobarlo. Ese conocido don de la ubicuidad le ha permitido estar en las sopas y en las tajadas, en lo importante y en el detalle, en la acción política y en los vericuetos orgánicos. Todo llevaba su sello. Ese afán expansivo lo encaramó a lo más alto del partido, pero también le generó suspicacias y recelos internos, algunos suavizados y maquillados con el discurrir de los años y otros, definitivamente, no.

08 feb 2010 / 22:14 H.
El poder tritura cadáveres políticos, por más que sean exquisitos, pero su pacto con el diablo le permitió estar, como él subraya, “en primera fila” desde Escuredo a Chaves, mediando Borbolla por el camino. Una vez alcanzada la atalaya de poder de Jaén, no arrendó parcelas por más que su actividad como consejero de Presidencia recomendara lo contrario. Tampoco toleró la disidencia por pequeña que esta fuese, aunque, por el contrario, aupó, según los tempos, a los alumnos aventajados. Una forma de hacer política que conlleva dedicación exclusiva para calibrar antes que el resto los cambios de escenario. Pura genética política. Este perfil litigante se demostró idóneo para salvaguardar de la brega a Manuel Chaves, el “sparring” recibía los golpes, mientras el peso pesado bailaba al rival en el ring electoral. Ser el centro de la diana, lejos de restarle energías hizo que aumentara su poder aquí y allá. El papel de manijero o mayordomo, como lo ha caricaturizado la oposición, tiene registros de mayor calado y así lo acredita su currículum. El 6 de marzo deja su puesto de secretario general para centrarse en su actividad como número cuatro de la Ejecutiva federal, no sin antes dejar todo atado y bien atado como es su costumbre. Mantiene, sin sonrisa aparente, que él no designa herederos, que los herederos los dejan los reyes y que él es republicano. Sin embargo, nadie duda de cuál es su "elección real". A este malogrado futbolista colchonero hay que reconocerle que siempre peleó la pelota por Jaén, aunque, en ocasiones, prefiriera driblar rivales antes de dar un balón al compañero.
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