El verano de Pedroooooo
Va a ser que no. Por una vez, ya que estamos en verano, huiré del tono trascendente, a veces apocalíptico, que domina mis columnas. Y es que el aire emponzoñado de la realidad patria española se ha vuelto respirable gracias a este mocetón que ya ejerce como secretario general del Partido Socialista Obrero Español, antes de ser elevado oficialmente a los altares laicos de Ferraz, en plenos sudores de canícula.
Media España, y quizá me quedo corto, ha sucumbido al hechizo hecho vaqueros, camisa blanca, sonrisa McConaughey, del sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba. Y es que no hay color, ¡para nada! La imagen de la noche del día 13, más elocuente que diez encuestas del CIS, situaba frente a frente pasado y futuro, la noble caída de hombros de Alfredo Pérez Rubalcaba, de regreso a la digna docencia, frente a la prestancia de Pedrooooooo. Los gritos de fervor sudoroso, elevada la temperatura de la victoria electoral por los focos mediáticos, recordaban el entusiasmo de nuestra Penélope Cruz sobre el escenario de los Oscar. ¡Pedroooooo, Pedroooooo! gritaban con pasión.
El Partido Popular tiembla ya, no en vano la lideresa madrileña, la rubia incorruptible, ha entornado los ojos y lanzado un requiebro zarzuelero ante la apostura de su enemigo. “Guapisssimo”, dejó caer Esperanza Aguirre, frente a la prensa preguntona y maledicente de la capital. Y es que el vencedor de las primarias se las lleva de calle. No se recordaba tal euforia embelesada desde los tiempos del dúo Adolfo Suárez — Felipe González. Precisamente, Pedro Sánchez ha confesado su admiración por Felipe González y Matteo Renzi, dos líderes, uno de antes y, otro, de ahora. Haría bien el flamante dirigente socialista en repasarse los vídeos e intervenciones del fogoso presidente italiano. Del que puede aprender, al menos, dos cosas: Nunca rehúye la respuesta a las preguntas, por complicadas o maliciosas que sean; y administra, con elegancia y pillería florentinas, el sentido del humor. Si Pedro Sánchez agita bien el cóctel Felipe González/Matteo Renzi, quizá el socialismo hispano recupere la sonrisa perdida.
Media España, y quizá me quedo corto, ha sucumbido al hechizo hecho vaqueros, camisa blanca, sonrisa McConaughey, del sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba. Y es que no hay color, ¡para nada! La imagen de la noche del día 13, más elocuente que diez encuestas del CIS, situaba frente a frente pasado y futuro, la noble caída de hombros de Alfredo Pérez Rubalcaba, de regreso a la digna docencia, frente a la prestancia de Pedrooooooo. Los gritos de fervor sudoroso, elevada la temperatura de la victoria electoral por los focos mediáticos, recordaban el entusiasmo de nuestra Penélope Cruz sobre el escenario de los Oscar. ¡Pedroooooo, Pedroooooo! gritaban con pasión.
El Partido Popular tiembla ya, no en vano la lideresa madrileña, la rubia incorruptible, ha entornado los ojos y lanzado un requiebro zarzuelero ante la apostura de su enemigo. “Guapisssimo”, dejó caer Esperanza Aguirre, frente a la prensa preguntona y maledicente de la capital. Y es que el vencedor de las primarias se las lleva de calle. No se recordaba tal euforia embelesada desde los tiempos del dúo Adolfo Suárez — Felipe González. Precisamente, Pedro Sánchez ha confesado su admiración por Felipe González y Matteo Renzi, dos líderes, uno de antes y, otro, de ahora. Haría bien el flamante dirigente socialista en repasarse los vídeos e intervenciones del fogoso presidente italiano. Del que puede aprender, al menos, dos cosas: Nunca rehúye la respuesta a las preguntas, por complicadas o maliciosas que sean; y administra, con elegancia y pillería florentinas, el sentido del humor. Si Pedro Sánchez agita bien el cóctel Felipe González/Matteo Renzi, quizá el socialismo hispano recupere la sonrisa perdida.