El Vera Cruz cumple ya medio siglo de vida entre libros y pupitres
María José Ortega /Jaén
Del antiguo colegio Vera Cruz queda muy poco. Nada de los antiguos pupitres, aquellos en los que se sentaron los primeros alumnos, los mismos que abrían sus libros dentro de la unidad mixta creada en las instalaciones del acuartelamiento, en 1960.

Del antiguo colegio Vera Cruz queda muy poco. Nada de los antiguos pupitres, aquellos en los que se sentaron los primeros alumnos, los mismos que abrían sus libros dentro de la unidad mixta creada en las instalaciones del acuartelamiento, en 1960.
Nada del pizarrín, la enciclopedia Álvarez, la bola del mundo y la palmeta de “doña Antonita”, como la recuerdan hoy sus alumnos, compañeros y ahora también amigos. Por esos tiempos, Antonia Salazar Lerma fue la primera directora. Una mujer que dejó sus enseñanzas repartidas en una agradable mezcolanza de dedicación, cariño y amor a su centro. Marzo de 1968, por Orden Ministerial nace oficialmente el Patronato de la Santa Vera Cruz y se crean dos unidades dependientes del Patronato, una de niños al frente de Manuel Utrera y otra de niñas con Salazar al mando. Tampoco queda nada de esas aulas, casi salones de hogar, en los que cincuenta alumnos formaban un pelotón de murmullos y silencios.
Como la historia de una vida, el colegio evolucionó poco a poco. En 1971, le conceden la ampliación de la escuela a cinco unidades y en 1975, tras las obras de adaptación, el Vera Cruz pasó a ser centro de Educación General Básica. Años después, una nueva orden ministerial le concede l a clasificación definitiva como centro concertado de Educación General Básica, con nueve unidades. Ocho concertadas, una de patronato y dos unidades de preescolar dependientes de la Delegación, con 360 puestos escolares y subvencionado al cien por cien.
El Vera Cruz cumple cincuenta años, medio siglo de vida. La trayectoria del centro pasó por varias etapas, unas especiales, algunas simplemente buenas y otras tumultuosas, el curso escolar 1992/93, fue una de esas etapas. El Gobernador civil de Jaén remitió un escrito en el que se indicaba que, por motivos de seguridad, se procedía al cierre de las instalaciones del colegio. Eran los años más corrosivos del terrorismo. Sin embargo, gracias al esfuerzo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, que solicitó al Ayuntamiento la cesión de unos terrenos en la actual zona del Bulevar, se levantó los cimientos del nuevo colegio de más de 5.000 metros cuadrados.
Del antiguo centro solo quedan los recuerdos, las travesuras de clase y los rapapolvos del profesor, la imagen de esa bola del mundo y el escozor en la mano de la temida palmeta. No obstante, aún permanece todo, porque a pesar del paso del tiempo, y de los vaivenes, el Vera Cruz todavía conserva el compañerismo entre los alumnos, la solidaridad, el respeto, las ganas de enseñar de los profesores y la ilusión de los que aprenden, unos valores que fueron el cimiento de la escuela y que todavía la sostiene.
RECUERDOS. Antonia Salazar fue testigo de los primeros pasos del centro. “Algunas veces recuerdo a los alumnos en sus pupitres, con sus carteras y libros, goma y lápiz, jugando en el patio del cuartel, que era todo lo que disponíamos para el recreo, sin poder usar la pelota ya que el patio servía de paso a los guardias y familias y podían molestar”, comenta en una declaración y continúa explicando: “Vivieron aquel ambiente de convivencia con la Guardia Civil y gran número de ellos ingresaron en el Cuerpo y, hoy en día, están repartidos por toda España. Otros continuaron estudios superiores, hoy son médicos, dentistas, maestros. Se sienten contentos al vernos, preguntan por sus profesores y se sienten orgullosos de haber formado parte de la gran familia de la Vera Cruz”.
Ese mismo núcleo familiar al que se refiere Salazar es el mismo que cita su actual director, José Grillo Anguita: “Los que estábamos en el cuartel éramos como una gran familia, porque éramos todos profesores y había un contacto muy directo con los padres y las madres. Hacíamos la tutoría en la cafetería. Incluso si las madres iban al mercadillo, entraban en clase para probarle la ropa a su hijo. Había mucho respeto”. José Grillo forma junto con el presidente titular del Vera Cruz, José Manuel Ramírez Parras, el jefe de estudios, Tomás Cuesta y el secretario, Manuel Lopera, el equipo directivo. Sin embargo, el vínculo de Grillo con el centro se inició cuando apenas tenía cinco años. Sus pasos fueron paralelos a los del colegio y como una relación de toda una vida, él quiere al Vera Cruz y trabaja cada día porque sus alumnos reciban los mismo valores que le hicieron crecer como persona. “Creo que todo el sistema educativo ha cambiado a mejor. Hay una cosa que no se puede perder y que esta escuela no lo hará; los valores. De hecho, nuestro lema de la clausura es “50 años educando en valores”, creo que eso es lo importante de la escuela. Educar en valores es algo fundamental hoy en día”, afirma.
El uno de diciembre tendrá lugar la clausura del 50 aniversario. Después de que en junio el colegio organizaran un acto con los exalumnos de varias promociones, el Vera Cruz reunirá de nuevo a todos los escolares actuales y a sus padres para no perder nunca esa sensación de hogar.
José Grillo Anguita
“Me siento orgulloso de ser el director de este centro”
—¿Cuándo comienza su vinculación con el centro?
—Mi relación con el colegio comenzó cuando yo tenía cinco años. Mi padre era Guardia Civil y me matriculó aquí. En ese momento la cofradía de la Vera Cruz lucha por instalar un nuevo colegio porque además de que eran los años fuertes del terrorismo, estábamos a las afueras de Jaén.
—¿Cómo pasó de alumno a director del Vera Cruz?
—Decidí hacer Magisterio, aunque yo quería ser guardia Civil, pero mi padre no me dejó. Terminé y el primer año oposité. Tuve la suerte de que surgió una plaza en el colegio, mandé mi curriculum y me llamaron. Así que la que fue mi maestra, pasó a ser mi compañera, y después de ejercer como secretario y jefe de estudios, Antonia Salazar fue quien me cedió el testigo de director. Algo de lo que me siento especialmente orgulloso, para mí es todo un honor.
—¿Echa en falta aquellos centros en los que se creaban una gran familia?
—En principio se echa de menos, pero también es cierto que en el colegio nuevo siempre hemos intentado que los padres formen parte del colegio. Aunque evidentemente las relaciones han cambiado, pero sobre todo por el número de niños.
—¿Qué valores intenta, como director, inculcar a sus alumnos?
—En este colegio es muy importante el valor de las personas y nuestra relación con la cofradía de la Vera Cruz nos lleva a inculcarles a los niños unos valores cristianos; la solidaridad, el esfuerzo, la tolerancia y la igualdad. Como alumno lo he recibido y yo como director los intento mantener.