El trofeo 'Plaza de Toros de Jaén', desierto por séptima vez

Alfredo Margarito/ Jaén
Por séptima vez consecutiva fue declarado desierto el trofeo “Plaza de Toros de Jaén”, uno de los más valiosos que se concede al toreo en España. Hasta la fecha lo consiguieron José Ortega Cano, Enrique Ponce en tres ocasiones, José Luis Moreno, Antoñete y Finito de Córdoba. 

    07 dic 2009 / 11:30 H.

    Siendo, como queda reflejado líneas más arriba, que Antonio Chenel, “Antoñete”, fue uno de los distinguidos con el valioso trofeo “Plaza de Toros de Jaén”, y pese a los reiterados contactos de la sociedad propietaria del coso de La Alameda para que fijase día y hora para hacerle entrega del galardón, el madrileño no tuvo el detalle de venir a Jaén desde que, en 1999, el día 16 de octubre, le cortase dos orejas al segundo toro de su lote. El festejo en cuestión fue una corrida mixta, con cuatro toros de Victoriano del Río para Antoñete y Curro Romero mano a mano, y dos reses de Jaralta las rejoneó el caballero jiennense Álvaro Montes. La faena del torero de Madrid fue magnífica y una de las mejores de su última etapa como torero activo.

    Como noticia de más actualidad, la junta directiva de Plaza de Toros de Jaén, S. A. decidió que el trofeo que lleva el nombre del coso taurino de la capital se declare desierto en la temporada de 2009, como también había sucedido en las anteriores de 2003, 2004, 2005, 2006, 2007 y 2008. En opinión de no pocos aficionados, la reiterada decisión de declarar desierto el valioso trofeo no es positiva para nuestra plaza de toros ni para la propia afición jiennense. Para hacer un recuento dentro de la historia del preciado y valioso trofeo, valorado ya en más de 3.000 euros, hay que recordar que el primero de ellos lo obtuvo José Ortega Cano en la Feria de San Lucas de la temporada de 1996. El segundo fue a las vitrinas de Enrique Ponce, en 1997. El tercero lo consiguió un joven diestro de Dos Torres (Córdoba) llamado José Luis Moreno, en 1998. El trofeo en su cuarta edición, en 1999, fue el comentado y concedido a Antonio Chenel, “Antoñete”. Al año siguiente, en 2000, se le otorgó a Enrique Ponce por segunda vez. Juan Serrano, “Finito de Córdoba”, lo consiguió en 2001 por su faena al bravísimo toro Regidor –este fue indultado y con él llegó la polémica sobre su nombre, del que algunos se empeñaron en llamarle Diminuto, incluida la propia ganadera, Clotilde Calvo, cuando en la documentación oficial, que obra en nuestro poder, está recogido con el nombre de Regidor–. Finalmente, en 2002, el 18 de octubre, lo volvió a ganar por tercera vez Enrique Ponce al cortarle dos orejas al toro Ignorado, del hierro de los hijos de El Capea, Pedro y Verónica Gutiérrez Lorenzo.

    Desde entonces, hasta nuestros días, o sea, siete temporadas consecutivas, parece ser que ningún matador de toros de los que torearon y triunfaron en el coso de La Alameda merecieron el honor del que debiera ser uno de los trofeos más apetecidos e importantes con que se premia al toreo y además que debía servir para darle empaque e importancia a nuestra Feria de “San Lucas y cierra España”.