El tranvía, la criatura bastarda para el PP


El tranvía está gripado. La gran apuesta socialista de la legislatura en la capital parece haber quedado descarrilada al final de la vía una vez consumada la derrota electoral. Como si todo hubiera estado supeditado al día después, nada encaja ya y cada nuevo episodio es peor que el anterior. Al último tramo del vodevil no le falta un detalle, manejo previo de los tiempos electorales, gratuidad artificial asistida en el tiempo, denuncia empresarial de la siempre vilipendiada y nunca bien loada Castillo y agilidad felina judicial sin precedentes para poner la luz roja al final del túnel. Léase el cóctel precedente con la consiguiente sorna que requiere esta comedia política de variedades. En estas últimas semanas, en las que el Gobierno municipal confundió estar en funciones con estar en paradero desconocido, el tranvía se quedó sin luz, las guarderías sin postre y los ciudadanos tuvieron que pedir prestada perplejidad. 

    13 jun 2011 / 10:28 H.

     
    Cuando la solución para continuar las pruebas era pasear sacos de arena, nos encontramos con que el Ayuntamiento no había subrogado el contrato con Sevillana Endesa y la constructora no estaba por la labor de pagar la luz de socorro mientras tanto. No hay crédito para el vencido podríamos pensar, aunque lo evidente es la nula planificación para escarnio ciudadano y enfado de conductores y operarios del tranvía que están en limbo administrativo y con la formación a medias. Corresponde al lozano nuevo equipo de Gobierno, una vez encomendado a la Divina providencia, encarrilar a esta criatura bastarda de la que se tendrán que hacer cargo a su pesar, pero que una vez puesta en marcha, con los ajustes precisos y con la necesaria llegada de una empresa privada y, añado y matizo, experta, puede quedar como ejemplo de gestión “popular”. Un gesto que los ciudadanos, beneficiarios de su servicio, sabrán valorar en su justa medida. A los empleados, una vez alzada la voz para que alguien se acuerde de ellos, y a los ciudadanos partidarios, entre los que me encuentro, y a los contrarios, sólo nos queda aguardar al final de esta impertinente comedia.
     
    De la sección en papel, "Pongamos por caso"

    Palabra Perdida

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