El trago amargo de Urko

A Urko Arroyo le ha tocado vivir en Jaén la cara amarga del fútbol. El delantero vasco (Bilbao, 1987), fichaje estelar del proyecto que ahora se consume en ceniza, disfruta estos días del olor a hierba recién cortada. Lo hace en una situación que jamás habría imaginado cuando dio el sí al Real Jaén. Meses después trota por el césped y acaricia el balón, pero las gradas del estadio en el que soñó festejar un ascenso no desprenden ni un solo ruido. Mira a su alrededor y no contempla al entrenador ni al resto de la plantilla: la temporada está finiquitada en mayo. Tan solo José Cruz, Fran Miranda y Joel Johnson comparten suaves entrenamientos con Urko, cuyo contrato expira el 30 de junio y no entra en los planes del club para la siguiente campaña. Al igual que sus tres compañeros, él no ha alcanzado un acuerdo en la propuesta de liquidación económica de la entidad. “No es una situación agradable, pero mi vinculación no ha terminado y cumpliré hasta el último día”, adelanta Urko, futbolista de ataque habilidoso y centelleante cuya etapa en Jaén estará para siempre marcada por una lesión de gravedad.

24 may 2015 / 08:31 H.


El infortunio le lanzó un guiño el 23 de noviembre de 2014, en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo. Acababa de entrar al campo cuando su rodilla crujió en un mal giro. Su retirada entre lágrimas encendió las alarmas. Los peores presagios se confirmaron días más tarde: rotura del ligamento cruzado y del menisco interno de la rodilla derecha. Seis meses de baja,  el adiós a la temporada. No fue más que el comienzo de la pesadilla. “Fueron días muy difíciles. Pasé por malos momentos. Estás parado y te comes la cabeza cuando ves que pasan los días y no puedes operarte para comenzar la recuperación”, recuerda. Urko pasó por el quirófano el 19 de enero, casi dos meses después de su lesión ante el Almería B. “Lo cierto es que nunca entendí por qué se retrasó tanto la operación”, apunta. El Real Jaén le dio la baja federativa e incorporó a Borja Prieto. A partir de entonces, todos sus pensamientos se centraron en la maltrecha rodilla. Por delante, seis meses de intensa recuperación. Y a la salida del túnel, la nada. “Toda la temporada ha sido una pena, sobre todo por la lesión. Antes tampoco encontré mi mejor nivel y los resultados no acompañaron al equipo”, se lamenta el vasco, que pondrá fin a su etapa en el Real Jaén con 15 partidos de Liga y un gol de penalti ante el Arroyo. No oculta el deseo de sacarse la espina, pero el club le ha abierto las puertas de salida. “Ojalá hubiera podido sentarme a hablar y negociar. En otros clubes, a jugadores que han sufrido mi lesión los renuevan de forma automática. Tampoco pedía eso. Sí, al menos, tener la opción de renovar a la baja”, aclara.
Asimilado el adiós, Urko, con ofertas de equipos de Segunda B y extranjeros, se guarda en la mochila “algunos amigos para toda la vida” y el cariño de la afición. De su trago más amargo, él extrae el regusto dulce. “Hasta el 30 de junio dispondré de las instalaciones y de la Clínica Luis Baños para poner a punto mi rodilla derecha. Me vendrá bien”, apostilla.