El Tour reduce la lucha contra el crono y rinde homenaje al Galibier

El Tour de Francia de 2011, cuyo recorrido fue desvelado hoy en París, tendrá menos kilómetros contrarreloj, con una única crono individual y otra por equipos, y rendirá homenaje al Galibier, de cuyo primer ascenso se cumplen cien años y que en la próxima edición se afrontará dos veces, una por cada cara.

    19 oct 2010 / 10:50 H.

    Será la primera vez que ese col mítico del Tour, uno de los nombres nobles de la carrera, sea meta de una prueba que vuelve a hacer un nuevo guiño a su propia historia. La carrera comenzará el 2 de julio en el Passage de Gois, un lugar del oeste francés que se inunda con la marea alta y que sólo es transitable cuando está baja. Recorrerá unos 3.500 kilómetros y acabará el 24 de julio en París, tras haber gozado de dos jornadas de reposo.
    En busca del equilibrio, los organizadores han limitado el kilometraje contra el reloj  y sólo habrá una prueba individual, igual que sucedió en 2009. "En los últimos años el Tour ha estado muy ajustado y creemos que ha sido por la limitación de la lucha contra el reloj. Por eso hemos seguido en esa línea", afirmó su director, Christian Prudhomme.
    El pelotón afrontará una cronometrada por equipos de 23 kilómetros en la segunda jornada de competición en Les Essarts y otra individual de 41 en la penúltima en Grenoble, que dejará la general resuelta a la espera del paseo triunfal por los Campos Elíseos.
    Los especialistas se tendrán que conformar con eso, sabiendo que la etapa de Grenoble se desarrollará en la falda alpina, con un terreno en permanente sube y baja y cuatro kilómetros de ascenso al exigente Chamrousse.
    "Será menos dura que la contrarreloj de Annecy del año pasado, pero más que la de Burdeos de este año", sentenció el director de competición, Jean-François Pescheux.
    Frente a la morosidad de la lucha contra el crono, el Tour propone en su edición de 2011 mucha montaña, con nueve etapas con empinadas carreteras.
    Dos en el macizo central nada más acabar la primera semana, tres en los Pirineos, incluidas las llegadas en alto a Luz Ardiden y al Plateau de Beille, y cuatro en los Alpes, con dos metas montañosas, en los míticos Galibier y Alpe d'Huez.
    Si el año pasado el Tour celebró el centenario del Tourmalet, este año sopla las velas el Galibier, que será ascendido en dos ocasiones en las dos últimas etapas montañosas, justo antes de la decisiva contrarreloj de Grenoble.
    En la penúltima etapa alpina el Galibier será meta y se ascenderá por su cara más amable, pero al día siguiente se subirá por su pendiente más dura, justo después del Télégraphe y antes de afrontar el Alpe d'Huez, donde estará la meta.
    Será la etapa reina, la más decisiva para los escaladores, el último lugar que tendrán para arañar segundos en la general. Las dos precedentes tampoco serán sencillas, sobre todo la que acaba en el Galibier, tras haber ascendido el Col Angel, y el Izoard.
    El menú pirenaico presenta como principal aliciente la etapa de Luz Ardiden, el primer encuentro con la alta montaña de los ciclistas, que cuenta también con el Hourquette d'Ancizan y el temible Tourmalet.
    Tras una etapa de transición, con un ascenso al Aubisque muy lejano de la meta en Lourdes, el pelotón afrontará otra llegada en alto, en el Plateau de Beille, previo paso por Portet d'Aspet, el Col de la Core, el de Latrape y el Agnes.
    Como aperitivo a la alta montaña, el Tour se internará en el macizo central en lo que espera que sean dos etapas trampas, la de Super-Besse, con su ya tradicional final empinado, y la de Saint-Flour.
    Sabedores de que el Tour necesita ser todos los días interesante, los organizadores han buscado la innovación. Este año no habrá los maldecidos "pavés" en la primera semana, pero Prudhomme promete animación de principio a fin, con finales en montaña, a la imagen del Mont des Aluettes del primer día, con dos kilómetros al 5% de pendiente, o el Muro de Bretaña, que en sus primeras rampas cuenta con 15% de desnivel.
    Así, los velocistas tendrán que conformarse con dos etapas de sprint puro.
    "Queremos que todos los ciclistas tengan su oportunidad y que el Tour sea interesante desde el primer día. Y que los favoritos tengan que implicarse en cada etapa", afirmó Prudhomme.