El terrible efecto de las lluvias torrenciales se cobra tres vidas
Las fuertes lluvias han hecho auténticos estragos en la provincia, pero nada es comparable con la pérdida de vidas humanas. Dos personas fallecieron en la capital y otra en Cambil a consecuencia de la tormenta. En el primer caso, un matrimonio de ancianos intentó atravesar con su vehículo una zona inundable en los alrededores de Valdeastillas, cuando se vio sorprendido por la riada, mientras que el segundo fue un accidente de tráfico provocado por el mal tiempo. Frente a los daños irreparables, se hace también recuento de los múltiples e importantes destrozos que han sufrido municipios como Ibros, Canena, Úbeda, Baeza o Jódar, entre otros, donde las trombas de agua han dañado carreteras y otras infraestructuras, además de anegar calles y casas.
Sólo en una primera evaluación, la Diputación ha tenido que actuar en veinticinco carreteras de la red provincial que se han visto afectadas en mayor o menor medida por las tormentas, para garantizar que el tráfico circulara con normalidad. Especialmente paradójico es el caso del sistema de alarma de Los Puentes, que debe avisar en caso de tormentas en esta zona residencial de la capital, que se encuentra inutilizado por una avería eléctrica causada, precisamente, por la caída de un rayo.
Como es obvio, nadie tiene la culpa de las inclemencias del tiempo, ni se trata de buscar responsables políticos a toro pasado, pero sí es cierto que, en algunos casos, las avenidas de agua se producen por la suciedad acumulada en los ríos, que se convierte una auténtica arma homicida cuando es arrastrada a toda velocidad por los cauces secos o los barrancos. Además de reparar cuanto antes los estragos para recuperar la normalidad, es preciso reflexionar sobre la necesidad de no escatimar en actuaciones preventivas. Saber anticiparse a los problemas es una de las claves de toda buena gestión.