El Supremo alivia tres años de sufrimiento de la familia Estepa
La muerte de la jiennense Rocío Estepa está muy presente en la memoria colectiva, a pesar de haber transcurrido ya más de tres años desde que perdiera la vida a manos de su compañero sentimental. Desde aquel fatídico día, todos los detalles que se conocían se fueron siguiendo con especial interés por la sociedad, ya que se trataba de una mujer que había dejado una huella muy particular en los diferentes destinos en los que trabajó en calidad de maestra, que era su profesión.
El 12 de octubre de 2006 murió en el transcurso de una discusión en la que su agresor la asfixió hasta que dejó de respirar. Siempre sostuvo que no fue consciente de sus actos hasta que la vio a su lado, “como dormida”. Los forenses, sin embargo, declararon en el juicio que se siguió contra él en la Audiencia Provincial, que se necesitan entre cinco y diez minutos para quitarle la vida a alguien como él lo hizo. Que la muerte fue lenta y especialmente angustiosa, no fruto de un arrebato.
El Tribunal Supremo responde al recurso de casación interpuesto en su día por la familia, que solicitaba que la muerte de Rocío fuese considerada asesinato en lugar de homicidio y, por tanto, que la pena impuesta inicialmente por la Audiencia Provincial se cumpliera de forma íntegra, frente a lo que consideró el TSJA, que rebajó la condena por entender que no hubo alevosía. El Alto Tribunal da la razón a la familia, en un auto que acaba de conocerse y la pena final que deberá cumplir será de diecisiete, en lugar de trece años. Un jurado popular tuvo en primera instancia en sus manos la decisión y, en una de las deliberaciones más rápidas que se recuerdan, vio claro que era asesinato. A veces, cuando se trata de crímenes relacionados con el maltrato a la mujer o a menores, se vislumbra una gran brecha entre lo que dicta el corazón y lo que las leyes dictaminan. La Justicia tiene la última palabra y hay que acatarla.