El sueño de hadas del Fuconsa

Jesús Navarro Méndez/Desde Jaén. Todos recordamos los cuentos de antes de irnos a dormir de nuestra infancia. El zapato de la Cenicienta, la rana que se convierte en príncipe, la Bella Durmiente que se despierta con un beso. “Érase una vez” y entonces vivieron felices y comieron perdices. Cuentos de hadas, la base de los sueños. El problema es que los cuentos de hadas no se hacen realidad. Son las otras historias, las que empiezan con noches oscuras y tormentosas y terminan terriblemente.

    29 may 2012 / 14:55 H.

    Son las pesadillas, que siempre parecen volverse realidad. A la persona que inventó la frase “felices para siempre” deberían darle una patada en el culo bien fuerte. El fútbol sala es un deporte de grandeza y crueldad extrema, y eso tiene su máxima expresión cuando un partido, que para nosotros era más que una final, como pudimos ver el pasado sábado con el Sala 5 Martorell, y un equipo toca el cielo, mientras el otro no encuentra consuelo y se desploma sobre un pabellón “La Salobreja” teñido de lágrimas. Nadie habla de los derrotados. Sus fotos, sus caras, esas son las más buscadas el día de la “final”, pero luego caen en el olvido. Cuando los focos se apagan, también lo hace su recuerdo. ¿Qué se siente al perder un play off? Impotencia, fuego interior, rabia, odio al fútbol sala. Lo detestas. No quieres saber nada de él, porque todo lo que te evoca duele, escuece, amarga. Te vienen recuerdos de diez meses atrás, cuando faltaban dos horas para pagar el plazo de la inscripción, y el presi me dice: “Jesús, no puedo hacer ya nada más, este club se muere.
    Pero, a eso de las 13:30 horas, una llamada “coge el coche volando y ve a tal sitio”. Así lo hice, y con la entidad bancaria cerrada, pues eran las 15:15 horas, pero el director estaba esperándonos, lo conseguimos, un año más, y que año. A partir de ahí, la mejor de las elecciones, elegir al míster, escoger a los jugadores, buscar como locos patrocinadores, reuniones y más reuniones, suplicar ayuda a veces casi de rodillas, para que una ciudad, Jaén, pudiera disfrutar de este maravilloso deporte, con nuestros errores, pero no cabe duda que también con nuestros aciertos. Pero, el otro día, mi cuento de hadas y el de miles no se hizo realidad. Cuántas cosas perdemos por miedo a perder. ¡Tantas como no ganamos por miedo a ganar! Cuántas cosas dejamos pasar de largo, porque creemos que no nos merecemos nada mejor, porque pensamos que no son para nosotros. Cuántas cosas dejamos de decir y nos callamos. Cuántas pensamos que vamos a volver a hacerlo. Cuántas cosas estamos dispuestos a seguir perdiendo. ¿Cuántas? Mil, un millón. Perdemos cosas, amigos, momentos, tiempo. Perdemos sueños, milagros y palabras que nos alientan. Dejamos que se pierdan entre los días, sin siquiera hacer el esfuerzo por recuperarlos, porque no nos damos cuenta de la pérdida hasta que empezamos a sentir su ausencia. Tememos perder, tememos amar, tememos añorar, tememos necesitar, dejarnos llevar, tememos lo que está por venir, y tememos expresar nuestros sentimientos, aunque sepamos que es la mejor manera de perder el miedo. Puede que tengamos mucho por perder o ganar, lo importante es hacer nuestro mejor esfuerzo por lograr los objetivos, y nunca rendirnos ni dejar de intentarlo, porque la posibilidad de realizar un sueño es lo que hace interesante la vida, y de esto puedo dar cabal testimonio. Aupa Fuconsa Jaén Fútbol Sala.