El sueldo de los políticos
Me ganaría para su causa el partido político que en los tiempos de crisis que corren tuviera la sensata ocurrencia de limitar mediante una ley votada en el Parlamento el estipendio máximo a percibir por los dedicados a la cosa pública. Todo ello encaminado hacia una verdadera austeridad y a un ejemplarizante modo de presentarse ante unos ciudadanos a los que se les exige apretarse el cinturón y además se les congelan o rebajan sus ingresos.
El axioma mayor en democracia es aquel que empareja a un hombre con un voto. De igual modo, debería establecerse el principio de un político-un sueldo, aunque el susodicho demuestre sus capacidades realizando multitud de tareas. A la postre la noble causa de la política debe entenderse como un servicio a la sociedad que tendría que producir en quien la ejerce satisfacciones morales antes que económicas. Habrá quienes en contra de esta propuesta esgriman el sibilino matiz de que deben ser bien remunerados para no caer en la tentación de meter la mano donde no deben, a lo que cabría replicar que ello supondría poner en duda la catadura moral de los políticos y su proclividad a buscarse ingresos adicionales, caso de no estar satisfechos con los estipulados. Las redes sociales dirimen estos días los emolumentos millonarios que por tres y hasta cuatro ocupaciones distintas disfrutan, por ejemplo, la señora Cospedal y la ministra Pajín. Ambas, siempre según esas informaciones, superan los doscientos mil euros anuales, lo que no dejaría de ser ofensivo a los ojos de los casi cinco millones de parados, los varios millones de mileuristas, los cientos de miles de jóvenes sin horizonte, la multitud de viudas con pensiones exiguas, los hogares en los que nada se ingresa. Por ello, me vienen a la memoria las cuitas de un padre que aconsejaba a su hijo en los siguientes términos. Mira hijo, déjate de hacer más probaturas. Nunca llegarás a regatear como Messi, no tienes el saque de Nadal, si te pones a cantar llueve, aunque seas un guaperas no podrías ser presentador de televisión porque no eres gay. Ya va siendo hora de que te plantees tu futuro. Te sugiero que entres a militar en alguno de los dos partidos mayoritarios. Asume al principio el papel de jesusero (el que siempre dice Jesús cuando el jefe estornuda) y verás como en las próximas elecciones vas de candidato, sales de concejal liberado e inicias tu carrera. Con un poco de suerte al siguiente envite podrás ser alcalde o diputado, o te llevarán de director general a la autonomía y, en pocos años, te habrás convertido en hombre con secretaria, coche oficial y despacho amplio y confortable. Ese es el camino, chaval, no le des más vueltas. Se sonreirán los lectores, pero esa conversación la oyeron mis orejas, la contemplaron mis ojos y la procesó mi cerebro. España sigue siendo diferente.
Julio Pulido es empresario