El siglo XXI revoluciona el concepto de maternidad
Irene Bueno
Las madres del siglo XXI no se parecen en nada a sus abuelas. Son más independientes, capaces de tomar decisiones por sí mismas, no vinculan matrimonio y maternidad y, sobre todo, afrontan la decisión de tener hijos como una de las más trascendentales de su vida y eligen el momento en el que quieren hacerlo.

Las madres del siglo XXI no se parecen en nada a sus abuelas. Son más independientes, capaces de tomar decisiones por sí mismas, no vinculan matrimonio y maternidad y, sobre todo, afrontan la decisión de tener hijos como una de las más trascendentales de su vida y eligen el momento en el que quieren hacerlo.
En este sentido, la progresiva incorporación de la mujer a las universidades, el acceso a títulos superiores y a puestos de trabajo para los que están preparadas, ocasiona un progresivo retraso en la edad de tener el primer hijo. Así, si en el año 1975, la edad media en la que la mujer daba a luz por primera vez era de veinticuatro años y seis meses, en 1999 se situaba en casi veintiocho años y la tendencia que se vislumbraba apuntaba a un ascenso que se mantendrá en el tiempo. Las mujeres llegan, por lo tanto, a la maternidad de una manera más madura y más conscientemente.
El pasado 2008, se contabilizaron en Jaén 120.100 parejas con hijos, frente a 43.900 que no tenían descendencia. A esto se suma 18.700 madres o padres con hijos y 40.500 familias unipersonales, es decir, personas que viven solas. En este mismo periodo, la cantidad media de personas que conviven en un hogar integrado por una pareja con hijos es de 3,8, es decir, los dos cónyuges y 1,8 vástagos, mientras que en el caso de madres o padres con hijos era de 2,6, lo que supone el progenitor y 1,6 descendientes.
También se reduce la cantidad de parejas que contrae matrimonio antes de ser padres y aumenta la cantidad de mujeres que deciden tener hijos sin estar casadas o tener pareja. Todo ello provoca que el concepto de la maternidad haya experimentado una auténtica revolución en España desde finales del siglo XX y a lo largo del siglo XXI. Sin embargo, muchos son los obstáculos que todavía debe salvar la mujer que decide tener hijos. Entre ellos, se encuentra el de compatibilizar la vida laboral con la familiar. El colectivo, y las familias en general, demandan más recursos públicos para que la atención de los hijos no recaiga, exclusivamente, sobre los hombros de aquella que los trae al mundo.
A pesar de todo ello, la responsabilidad última y “la carga” siempre será para la mujer. Por este motivo, son muchas ya las que renuncian a ser madres o las que, una vez que lo son, deben aparcar su carrera profesional. Este es también uno de los principales motivos que argumentan las empresas para otorgar los puestos de alta dirección a los hombres, en detrimento de las mujeres, aun cuando estas, está constatado estadísticamente, son mayoría en las universidades, obtienen mejores calificaciones en aquellos estudios que realizan y, a priori, llegan mejor preparadas a su puesto de trabajo.
Por este motivo, el Día de la Madre se convierte, en los últimos años, en el Día de la Madre Trabajadora, de la mujer que lucha por su derecho a tener hijos y a no renunciar a una carrera profesional que la sitúe al mismo nivel que su compañero. No obstante, lejos de todas estas tensiones entre lo social y lo laboral, el Día de la Madre no está exento de ese halo de promoción comercial que contagia a otras celebraciones y días marcados a lo largo del año. Para las progenitoras, los agasajos y obsequios recibidos de manos de sus seres más queridos son la mejor muestra de cariño y recompensa que pueden recibir en una jornada como esta.
REGALOS. En tiempos de necesidad, como los actuales, hay que agudizar el ingenio. No están las cosas para grandes dispendios y este año el Día de la Madre también notará los efectos de la crisis. Al menos, así lo advierten los empresarios que prevén un descenso de las ventas en relación con ediciones anteriores. Sin embargo, un año más, los perfumes serán el regalo “estrella”. Esencias clásicas o con toques de modernidad, fragancias de primavera o con carácter para las noches más atrevidas son algunas de las tendencias. Las marcas ofrecen todo un catálogo de productos para satisfacer a la mujer más exigente. Otro de los obsequios por excelencia en el Día de la Madre son las joyas, pero, tal y como están las economías familiares, sólo los más “valientes” buscarán en un diamante o un brillante de diseño la mejor manera de sorprender a su pareja. En cuanto a las prendas de vestir, la ropa interior vuelve a ser lo más socorrido en esta festividad.
En los últimos años, se imponen otros detalles innovadores, diferentes y que están más dirigidos a las vivencias que a los objetos materiales: viajes, bonos para spas o balnearios, tratamientos de belleza, programas de relajamiento y antiestrés son, además de regalos acertados, técnicas con las que las madres, afrontan los próximos doce meses con otro talante. Aunque el presupuesto sea limitado, las opciones son tantas, que es posible encontrar aquello que se adapta a cualquier bolsillo.
Alejados de todo materialismo y por encima de cualquier otro regalo, caro o barato, el detalle que más llena de emoción a una madre es aquel que llega de manos de sus hijos. Los más pequeños no entienden de recesiones y, desde hace días, preparan en sus pupitres los obsequios que entregarán hoy. Desde poesías, escritas en diferentes colores, hasta dibujos de lo más originales, macetas, ramos de flores realizados con papel de seda, y todo aquello que alcance la imaginación de los docentes, sirven para dejar con la boca abierta a cualquier madre. Hoy, Día de la Madre, para la gran mayoría de ellas, el mejor regalo es tener lo más cerca posible a sus hijos y, si eso no es factible por esos avatares de la vida, una llamada por teléfono o un correo, aunque sea electrónico, serán un buen “premio de consolación”.
El complejo objetivo de alcanzar la conciliación
La conciliación real para las mujeres es el único camino para mejorar las condiciones la laborales y personales entre el colectivo femenino. En esta premisa coinciden sindicatos, sociólogos, trabajadores sociales y mujeres, en general, que tratan de compatibilizar su vida familiar con una profesión. Los expertos consideran que hay que potenciar un cambio cultural en torno a la conciliación para que no esté considerado, socialmente, como un problema privado de las propias mujeres, sino como una contribución necesaria y una labor que corresponde al grueso de la sociedad por igual. Según los datos estadísticos facilitados por el sindicato UGT, las mujeres que trabajan fuera de su casa dedica un 111 por ciento más de tiempo a las tareas domésticas, es decir, tres horas y diez minutos, frente a una hora y media que aportan los hombres.
Además, hasta el 65 por ciento de la población se manifiesta dispuesta a pagar más impuestos a cambio de que se produzca una mejora de los recursos de apoyo para los cuidados familiares. En este sentido, el 43 por ciento de las empresas opina que las responsabilidades familiares limitan el rendimiento laboral de las féminas y, a su vez, casi quince de cada cien mujeres entrevistadas aseguran que se han sentido alguna vez discriminadas en un proceso de selección.
Once de cada cien mujeres reconocen que han sufrido consecuencias laborales no deseadas, después de haber hecho uso de las medidas legales establecidas que están relacionadas con la conciliación. Así, los datos ofrecidos por el Servicio de Defensa Legal del sindicato UGT, recogen que de todos los expedientes abiertos, buena parte de ellos están relacionados con los derechos de conciliación. Casi en la mitad de los casos, el “conflicto” se soluciona con el despido de la trabajadora que solicita las medidas establecidas legalmente para conciliar la vida laboral y la familiar. En el 36% de los casos se producen acosos derivados de la maternidad y en el 18% se les reducen las jornadas.