El sida y el estigma social que todavía suscita la enfermedad
Se ha avanzado mucho, eso es indudable, pero aún existe un significativo sesgo de discriminación cuando se habla de enfermos afectados por el VIH. El Día Mundial contra el Sida debe servir para trasladar una vez más a la población el mensaje de que se trata de una enfermedad más, no un estigma que condena a personas “de mal vivir” en sus más variadas vertientes.
No. El respeto y la tolerancia debe ser fundamental tanto en esta como en otras cuestiones, porque está demostrado que puede afectar a cualquiera, sea cual sea su estilo de vida. Y ahí las administraciones tienen mucho que hacer para evitar, con la máxima difusión de campañas informativas realistas y claras, que se estigmatice a estas personas.
Es importante aprovechar jornadas como la que hoy se celebra para divulgar información útil, como el dato de que entre un veinticinco y un treinta por ciento de las personas infectadas en Andalucía no saben que lo están, o lo que es lo mismo, más de tres mil andaluces tienen sida y no lo saben. Ahí es preciso poner el acento, no sólo porque el desconocimiento hace que no lleven tratamiento alguno, sino porque son potenciales transmisores del virus desde la más absoluta ignorancia. Con todo, el hecho de que los casos conocidos hayan disminuido un 24% en el año 2008 debe interpretarse como un mayor conocimiento de las medidas preventivas por parte de la sociedad, lo que hace que los enfermos o portadores no se incrementen. De hecho, la tasa en la región es de casi veinte casos por cada millón de habitantes, seis puntos por debajo de la media nacional. Lo que se llamó como la pandemia del siglo XX ha dejado de ser una amenaza para la población si se siguen unas mínimas pautas. De hecho, los profesionales sanitarios aseguran que la mortalidad sería menos si los casos se diagnosticaran en fase de infección. Como en todo, cuanta más información, más control y prevención.