El show del hombre lobo

Dicen del rock and roll que es una actitud. La horma de la rebeldía y la subversión. Un golpe al corazón del statu quo de un sistema que sólo satisface a unos pocos y un nexo de unión, al mismo tiempo, entre gentes que no entienden de clases sociales, razas, fronteras ni de cualquier otra limitación.

    04 nov 2009 / 15:26 H.

    Surgió allá por los años cincuenta en los Estados Unidos de América y, con la rapidez con la que se extiende la pólvora, se convirtió en un fenómeno de masas imparable y sin precedentes. Era un ritmo de blues y un fraseo de guitarra precipitado, un movimiento de caderas, una forma de engominarse el cabello y una huida hacia adelante en coches revolucionados y carreras nocturnas, que no acababan nunca, como las de John Milner, en American Graffiti (1973). Ese laureado homenaje audiovisual a un género que no morirá nunca, como tampoco podrá hacerlo jamás el “hombre lobo”. Un personaje blanco con voz negra que pone banda sonora a la última noche de los jóvenes de esta historia coral, que filmó George Lucas.
    Y, precisamente, por su inmejorable introducción al rock and roll, ocupa, hoy, las líneas de esta Reserva de Cine. Lo mejor de American Graffiti es que es memoria viva. Son las raíces del rock. Los comienzos de un género que se convirtió en movimiento y que no ha dejado de evolucionar en su más de medio siglo de vida. Y son las voces que la hilvanan de principio a fin gracias a El show del hombre lobo. Son The Platters, The Diamonds, The Flamingos, Fats Domino... Decía en la película, su rebelde sin causa, John Milner, que, con la muerte de Buddy Holly, el rock and roll dejó de ser lo que era. Y es cierto, pero sólo a medias. Desde la admiración, esta Reserva sólo es un “gracias, señor Lucas por American Graffiti y todas las demás”.
    Por Nuria López Priego 
    American Graffiti
    Director: George Lucas
    Protagonistas: Richard Dreyfuss, Paul Le Mat