20 oct 2015 / 16:36 H.
Lo recuerdo con nostalgia, aunque con cierta honrilla. Junto al neurólogo Ramón Suárez Pañeda y el profesor y poeta Rafael Lizcaino Zarceño, Fundamos la Beta Sefardí de Jaén. Rescatamos la figura del médico Ben Saprut, mano derecha de Abderramán III. Hasta el embajador de Israel en España vino al estudio cinco de Radio Jaén para escuchar un recital poético dedicado a los sefardíes, que aún sigue hablando un castellano arcaíco, pero, al fin y al cabo raíz profunda de la lengua de Gonzalo de Berceo. Siguen, esparcidos por el mundo desde aquel desgraciado año de la expulsión de España, hablando, escribiendo, y lo que es más importante, pensando en español. España, en cambio, apenas si ha hecho algo para acercarnos a esa cultura que forjaron en los lares de su nacencia. Todo cuanto se haga en favor de los sefardíes (su gentilicio viene de Sefarad, su patria española), bien merece la pena conseguirlo, ahora, precisamente, en que este mundo enrarezido solo piensa en vender descuidando los lazos de amistad que debe ser imperativo de humano comportamiento. Lo sefardí ha sido nuestro, mas nos empeñamos en olvidarlo.