El sambenito

Colocar a alguien el sambenito, es algo así como desterrarlo o señalarlo a modo de disiecta membra. Ocurre mucho, pues en este país nuestro, cuando alguien discrepa, o alguien es diferente, o simplemente alguien dice la verdad, o su verdad se le coloca el sambenito. Hay demasiados honores y pundonores, hay demasiados celos y demasiados mea culpas, tantos que los juzgados se colman de papeles, y de orgullos zaheridos por la opinión. Sin embargo vemos que hay muchos sistemas, como dirían los antropólogos estructurales, el sistema mundo, mediante el cuál determinados factores de poder, determinadas jerarquías de poder dominantes imponen las reglas del juego. A modo de ejemplo, no tienes ingresos fijos, te ponen en el banco el sambenito de gastos de administración o comisiones. No tienes tal o cuál requisito te señalan, como incapaz para tal o cual acción. No cumples con tal norma se te amenaza o apercibe, de tal o cuál cosa. El problema radica en la cuestión de quién controla a los que controlan, quién le pone el cascabel al gato, y si la legitimidad ética y moral de los tales es apropiada al cargo que ocupan.
De todo lo anterior cabe, por tanto, deducir que ya está bien de dimes y diretes y sambenitos, que necesitamos vaciarnos de tantas críticas infundadas, y simplificar las leyes, simplificar la vida. Sin embargo y por desgracia, una sociedad moderna es una sociedad compleja, que a veces lo es tanto, que no nos deja llegar a fin de mes o vivir. Por tanto algo aquí falla, el juego o el sistema establecido está equivocando los medios para conseguir unos fines.
El mayor fin de todos, entiendo es que seamos felices, que tengamos libertad, pero también trabajo y paz social, y mucho me temo que mientras existan cerebros miopes o con presbicia, que anteponen el arado a los bueyes, es decir la ganancia, los medios, o el sistema a la persona, difícilmente vamos a cambiar y a quemar todas las cocochas.
¡Fulano tu eres de Zeus, de Apolo, del partido cuál, y tú eres tal! Y yo le respondo fulano, en vez de gastar saliva en tus cocochadas, y discursos huecos, trabaja de verdad con ahínco por mejorar la sociedad, pero no sólo fulano opines, también da el callo y trabaja, y déjate de dimes y diretes y dobla tu espalda, hinca los codos, los brazos.

    22 abr 2014 / 22:00 H.