Fiebre del sábado trágico

Cuántas veces hemos oído que las bromas pueden acabar en veras, que entre la risa y las lágrimas no ha ni cuatro dedos de distancia. Recuerden dos tristes portadas de este periódico referidas al sábado 15 de marzo: la del domingo, informando de la muerte de un joven iliturgitano, electrocutado por la catenaria de un tren estacionado cuando pretendía ser fotografiado en lo alto del vagón por otros amigos; la del lunes, sobre una broma con rescoldo que acabó apuñalando a un joven de Huesa ante la presencia estupefacta de un grupo de amigos. En ambos casos: la exhibición de la estupidez ante el escaparate de los demás, el desprecio gamberro de la vida, la desenfocada ponderación de los riesgos, la amistad que aplaude los impulsos en vez de compartir reflexiones. El martes 17 veo la foto de dos jóvenes, casco con cubata incorporado en la cabeza, repartiendo en la Universidad propaganda para un botellón con jodienda en Granada. Y, sin embargo, pienso y creo que son solo tres excepciones que confirman la regla de otra juventud comprometida con la alegría, con la vida y con esta sociedad. 

    24 mar 2014 / 23:00 H.