11 mar 2014 / 23:00 H.
Dentro de las limitaciones del ser humano hay una que me fastidia sobremanera: no saber que hubiera sucedido de no pasar lo que ha ocurrido ¿Qué hubiera pasado si ese día no hubiera cogido el coche, asistido a aquella fiesta, comido aquel plato, salido a la calle, elegido aquella otra profesión en vez de esta? Y a ese juego de imaginación y condición suspendida —es gratis—he dedicado un rato de mi ocio esta semana, yendo de mi corazón a los asuntos de esta ciudad: ¿qué hubiera pasado si a la reunión para desbloquear el Plan General de Ordenación Urbana con el delegado de Urbanismo hubiera asistido el alcalde en vez del concejal de urbanismo? ¿Y qué si la concejala de Cultura se hubiera entrevistado con la delegada del ramo para tratar la ubicación del Conservatorio de Música en el Banco de España? ¿Qué hubiera pasado con el asunto de la Dependencia con otros interlocutores? O qué si. Sí, ya sé: Somos un equipo, formamos una piña más compacta y unida que nunca, equis personas distintas y un solo dios verdadero. Pero, también es verdad que talento no es talante, y que donde manda patrón no manda marinero.