El reto de abrir mercados como única solución de futuro
La próxima campaña de aceituna se presenta como una de las más cargadas de la historia, a tenor de los datos facilitados la semana pasada por la consejera de Agricultura de la Junta, Clara Aguilera, en su visita a la capital jiennense y varios municipios de la provincia.
Si el tiempo acompaña, se puede superar en un veinte por ciento a la anterior, con lo que se prevé llegar hasta las 530.000 toneladas, una cifra más que importante en la actual coyuntura. A nadie escapa que se trata, simplemente, del primer cálculo y que, en no pocas ocasiones, ha variado de manera significativa en relación con la cosecha real, pero es preciso anticiparse a los acontecimientos y, sobre todo, estar preparados en el sector para hacer frente de la mejor manera posible a la gran campaña, si es que al final se produce. Se trata de la cara y la cruz de la misma moneda, si se tiene en cuenta que al haber mayor oferta es lógico que regrese el fantasma de la caída de los precios pero, por otro lado, también resulta evidente que la oportunidad es única para lanzarse a abrir mercados y comercializar al máximo un producto de lujo como es el zumo de aceituna. A estas alturas es obvio que la unidad es fundamental, un principio que nadie discute y que, gracias a ello, la concentración de los productores va ganando terreno poco a poco, como única alternativa a las grandes multinacionales del sector. La brutal atomización de las almazaras jiennenses no tiene perspectivas de futuro en un panorama económico cada vez más globalizado. Ese es el camino y, sea más o menos cantidad de aceite el que resulte al final de los olivos, sólo con la amplitud de miras para vender al mundo se podrá garantizar un mañana para los olivareros jiennenses. El mayor productor de aceite del planeta no puede ni debe amedrentarse por tener cada vez más aceite, sino que debe aprender a darle salida y ganar en plusvalías.