El reposo del guerrero
Rezaba la canción popular eso de “ya llegó el verano, ya llegó la fruta” y, como decía la sempiterna presentadora del 1, 2,3, hasta aquí puedo leer. Quizás no sea el momento de hacer balance de la temporada, pese a que en muchos ámbitos se acaba la misma: Deportes, educación, política.
Y no solemos hacer memoria de lo acaecido ahora, sino un rato antes de comernos las uvas, tiramos de lectura rápida de nuestro año fijando unos objetivos tan ilusionantes como inalcanzables: Perder peso, dejar el tabaco, sacarse el carnet de conducir (no dejen esto, por favor), aprender idiomas, tolerar a la suegra, y un largo etcétera. Tras estos primeros días de calor, y ojo que aún no huele la almohada a pies, yo personalmente cierro ciclo y analizo. De lo grande a lo pequeño. Del desencanto ciudadano con los políticos, con las reflexiones a viva voz y a través de las urnas, con corrupciones, eres, imputaciones y mil y una noticias que encorajinan al receptor de la misma, más cuanto mayor es “su” crisis.
Antes funcionaba el “ande yo caliente y”, pero ahora no cuela si tengo que trabajar 10 días para pagar las deudas y/o alquileres, otros 10 para calmar la insaciable sed de Hacienda y del Estado, otros 5 para pagar proveedores y empleados, y los últimos 5, para las mismas cosas pero de esa empresa que se llama casa (hipotecas, luces, aguas, pañales y demás). Las elecciones han situado a partidos minoritarios apartando a los de siempre del camino fácil, supongamos que por bien de la democracia, dudemos que por un castigo por esos deslices de los mandamases. Hemos tenido cambios en la Monarquía, con una imagen mucho más limpia y depurada. Fracasos catedralicios en nuestro amado Jaén, aceites que se cotizan con cosechas que no cesan el mar de remolques a las almazaras. Y guerras por el mundo, muertes y sufrimiento. Y el descenso Real a los pozos de la segunda B, con ese elenco de gladiadores que han decidido cambiar de coso. Como respuesta a su “traición”, récord absoluto de abonos en la categoría. En la salud y la enfermedad, en la tristeza y en la pobreza, hasta lo que el ascenso nos depare.