El reclamo del quiosco “superviviente” de El Pósito
A lo largo de sus cincuenta años de historia, por la floristería Villa Rosario, en la Plaza del Pósito, han pasado tres generaciones de una misma familia. Ahora es María Luisa Egea la que conserva con vida este quiosco tradicional, pero antes fueron su madre y, mucho antes, su abuelo, quienes forjaron a base de esfuerzo y sacrificio la historia de la que hoy es una de las floristerías más emblemáticas de la capital.

En esta céntrica plaza, que aún conserva el encanto de los tradicionales mentideros en los que los vecinos se dan cita para conversar, la Floristería Villa Rosario se ha convertido en una auténtica superviviente. Hace 50 años eran cuatro los quioscos que mantenían el bullicio comercial día tras día en el empedrado de El Pósito. Uno cerró hace mucho tiempo, María Luisa Egea ni recuerda a qué se dedicaba ese local, y hace alrededor de dos años ya el establecimiento de prensa y el de copias de llaves que aún perduraban también pusieron fin a su vida comercial. Unos negocios que siempre han padecido una falta, que en el caso de la floristería que regenta Egea ralentiza y perjudica su trabajo diario con sus plantas.
necesidad. Agua. Este es el reclamo que, “desde siempre”, explica Egea, ha hecho a las autoridades municipales. A pesar de que sus plantas la necesitan para vivir, no dispone de un grifo en el local y para darles vida a sus macetas solo le queda cargar con cubos que ella misma, con un sencillo mecanismo casero —un tubo— se encarga de rellenar en la pequeña fuente de la plaza. “Solo pido que nos doten de suministro. Yo estoy dispuesta a correr con los gastos para traer agua, pero la obra para ello también supone levantar una parte de El Pósito, que es un lugar de todos los jiennenses y que tendría un coste inasumible para un pequeño comercio como es el nuestro”, sentencia.