"El realojo de la gente de la Utopía nos dio envidia"
Francisco Ramón Morales Adán, de 27 años, su mujer Sandra Sosa Delgado, de 23, y sus dos niños están bajo un techo que no es el suyo desde hace un mes. Sin dinero para pagar una casa, no dudaron en dar una patada a una puerta para cobijarse en una vivienda protegida de Jimena.

Desayuna poco y con el "diazepam", la medicina con la que trata su ansiedad. La desazón no se la genera su estrés laboral, más quisiera. Francisco Ramón Morales Adán, si algo no tiene, es trabajo. Familia sí tiene. Está casado, con Sandra Sosa Delgado, de 23 años, y tiene dos niños, uno de 4 y otro de 3. En su corta vida, los dos chiquillos ya son okupas. "Me siento una mierda por no dar de comer ni una casa a la familia", admite el joven que, "ilegalmente", es vecino de la urbanización San Roque de Jimena, una barriada de protección oficial, próxima al cementerio del pueblo. Cerca vive su madre, que le ayuda a subsistir. "La casa donde estoy lleva vacía 9 años. Hemos tenido que traer hasta la bombilla", dice. "El realojo de la gente de la Corrala Utopía nos dio envidia, lo seguimos al minuto", relata. Como las okupas de Sevilla, solicita una vivienda a cambio de un alquiler social. Su caso no afecta a la estabilidad del pacto del PSOE e IU, y también es diferente porque, desde hace casi una década, el joven pide un techo sin éxito.
Nunca tuvo suficiente para comprar, pero sí logró pagar un alquiler mucho tiempo en Bedmar, de donde procede. Antes, lograba ganar, de vez en cuando, 1.800 o 1.500 euros y así tiraba un tiempo. Dejaron de llamarlo para trabajar de camarero, la emigración a Navarra se terminó, -"a mí me pagaban 63 euros y, a un inmigrante, le pagan la mitad", aclara-, en la obra tampoco se coloca desde casi 2010. En estas nació el primer hijo y la situación se hizo insostenible para esta pareja. La primera vez que le dieron una patada a la puerta fue en Garcíez. "Tapiaron la entrada y eso que el dueño no quería la casa para nada; vive en Barcelona, me dio las llaves", explica. Después, esta familia se convirtió en okupa, por dos veces, en Bedmar. "Me prometieron que me realojarían si la abandonaba, lo hice y me quedé sin nada; entonces, entré en otra", asegura. "Siempre aviso, se lo dijo al Ayuntamiento; no puedo hacer otra cosa", reflexiona. "De aquí no me sacáis", asegura que dijo al representante de la Junta con el que se reunió hace poco, tras colarse en el adosado en el que actualmente vive. La Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía explica que tiene abierto un procedimiento para la recuperación de esta casa, al no residir su adjudicatario legal. Este recurrió el proceso y, mientras, la Administración no puede disponer del inmueble. La Junta informa, eso sí, que trata de abrir una convocatoria para proveer de techo al joven matrimonio y a otros en parecidas circunstancias. Por ello, urgen a la alcaldesa, la socialista Esther Ulloa, a que elabore el registro de demandantes, que no existe. La regidora, al ser preguntada por el caso, remitió a la Junta. Mientras la burocracia se aclara, este matrimonio se entretiene con "Nano", un perrillo que les recuerda tiempos mejores.