El Real Jaén se duerme y convierte el partido en una "Hoya" a presión

El fútbol no suele tener mesura. Cualquier sensación o sentimiento cae por su propio peso si en el césped un equipo no se comporta como tal y mantiene un rendimiento estable y regular. Fue lo que le ocurrió ayer al Real Jaén.

20 oct 2014 / 10:41 H.

El conjunto tuvo en sus manos un partido idílico, adecuado para gustarse y para deleitar a sus aficionados. Pero lo gestionó mal, rematadamente mal, desde el banquillo hasta el último jugador que se vistió de corto. A los diez minutos Fede cabeceó de forma espléndida un centro primoroso de Gaitán. Un bello gol y una motivación extra para dominar el encuentro y cerrarlo cuanto antes. En choques así conviene hacer el segundo tanto y gobernar el juego con cierta tranquilidad y sin presiones.

Ante un rival claramente inferior, el Real Jaén lo tuvo todo de cara, pero lo vio tan fácil que él mismo, sin oposición ninguna, se complicó la tarde. No apretó lo necesario en la primera parte tras marcar el gol y se dedicó a un juego contemplativo y de mucha posesión, pero sin ninguna eficacia. Cuando el control es abusivo y no se generan ocasiones, el fútbol suele ser demasiado áspero y frío. Hasta aburrido. Así lo fue hasta concluir el primer periodo. Posesión, pelota y poco más. En vez de apretar a un oponente con muchas limitaciones y hacer el segundo tanto, el equipo de Aybar se limitó a dejar pasar el tiempo y permitir la reacción de La Hoya. No mostró muchos recursos el conjunto de José Miguel Campos pero, con el transcurrir de los minutos, empezó a convencerse de que ese Real Jaén que empezó fuerte y con decisión se diluyó por confianza y por una relajación impropia. Así que, cerca del descanso, Toni García tuvo que intervenir con acierto en una acción de ataque de La Hoya que luego fue anulada por el colegiado por fuera de juego. Pero fue un aviso. Y serio. Ese equipo recogido, ordenado y con escasa presencia en el partido se dio cuenta de que el Real Jaén era vulnerable y fácil sorprenderlo por ese letargo profundo que tenía.

El descanso fue un buen momento para corregir aspectos y advertir a los futbolistas del peligro que se avecinaba. Pero no sucedió así. O mejor dicho, quien aprovechó el intermedio fue Campos para hacerles ver a sus profesionales que el empate era posible. El Real Jaén arrancó como nunca se le ha visto esta temporada: desordenado, sin balón, mal puesto en el campo y a merced de un oponente limitado. Un Real Jaén indolente y pusilánime. El primer cuarto de hora fue calamitoso, de lo peor que se ha visto en La Victoria en muchos años, sobre todo por la relajación de los futbolistas. Tanto se durmió que, en una falta lateral, Sergio Ortiz puso el balón en el segundo palo, ni la defensa ni el portero alejaron la pelota y Antonio Pino, a placer, estableció la igualada. Suelen suceder estas cosas si un grupo se cree que está todo hecho cuando marca un gol. El empate fue un alivio para La Hoya y un castigo para el Real Jaén, roto y quebrado en esta fase. Tras la igualada surgió la secuencia de siempre. Acuciado por las prisas y por el temor a ceder dos puntos, el cuadro de Aybar se echó hacia delante y buscó con más determinación el segundo gol, pero las ideas escasearon.

Los cambios de urgencia del entrenador tampoco variaron el rumbo del juego. Montero aportó muy poco. Brian fue más dinámico, pero ocupó una zona muy pesada que no le favoreció. No se manejó bien el equipo ni creó claras ocasiones, aunque tuvo algún disparo peligroso, como el de Mario Martos en la recta final. La presión por ganar atenazó a un Real Jaén que sintió la tristeza del empate y el descontento de la grada. Aparecieron los primeros pitos para un conjunto que transmitió síntomas de preocupación. El final dejó una estampa de decepción.