Las rotaciones de Aybar, experimento estéril

No suele ser frecuente en el fútbol que un equipo que golea en casa y alcanza el liderato, a la siguiente semana, también en su estadio, cambie casi la mitad de la alineación. No es habitual ni lógico, pero en ocasiones sucede. Probablemente, pocos aficionados pudieron contener la sorpresa cuando conocieron el once inicial del Real Jaén. Cinco cambios y todos ellos sustanciales. Desde la portería hasta la línea que acompaña al atacante. La variación fue importante. Aybar prescindió de futbolistas que en el encuentro anterior ofrecieron un excelente rendimiento y arriesgó en exceso. Da la impresión de que no contar ahora mismo con Astrain, Óscar Quesada, Urko Arroyo e, incluso, Toni García es un lujo que se convierte en una trampa. Hubo otros momentos, por establecer un ejemplo, en los que Toni estuvo más inseguro, pero ahora acumulaba 235 minutos sin recibir gol. Pocos entendieron la forma de proceder del entrenador jiennense, que, al final, tuvo que tirar de algunos jugadores que reservó para salvar una papeleta complicada.

21 sep 2014 / 21:17 H.


El experimento de Aybar le costó dos puntos al Real Jaén, pero pudieron costarle los tres. A última hora, en el añadido, el equipo encontró el gol en un penalti cometido sobre Montero que Santi Villa transformó con maestría y buen toque. Hasta ese instante, el equipo jiennense no supo salir de la madeja que hilvanó el cuadro rodeño ni del frontón que planteó en su mediocampo. Con las líneas muy juntas, La Roda se cosió literalmente y contuvo sin problemas a un Real Jaén muy diferente al de la semana anterior. El gol, cerca del descanso, le favoreció su plan, aunque se encontró con un rival espeso, poco creativo, sin argumentos y con poco ingenio. Hasta los cambios de Aybar en la segunda parte fueron extraños. Quesada jugó, pero de central.

Urko Arroyo salió por Brian, cuando el interior fue de los pocos que desbordó y que generó fútbol por su banda. Tampoco se entendió demasiado la continuidad en el campo de Fran Miranda o Fede. No estuvo bien gobernado el conjunto y lo notó. De hecho, La Roda estructuró un par de contras en la segunda mitad que sembraron el pánico en la portería de De la Calzada, que debutó en un partido muy complicado por su desarrollo. Participar poco en el juego y tener al equipo volcado sobre el rival suele ser sinónimo de riesgo para un portero. Cualquier pérdida acaba en un contraataque demoledor.


La segunda parte del Real Jaén fue áspera y llena de aristas. El gol encajado en una acción de estrategia, muy mal defendida, le hizo un daño terrible. Le costó mucho rehacerse y llegar a la meta de Salcedo. Tuvo toda la posesión del juego y llevó toda la iniciativa, también porque ese era el plan del oponente, pero nunca estuvo cómodo en el césped ni encontró el pase interior o a los costados para construir el gol. En esta segunda mitad casi no tiró a puerta. Montero no recibió balones en el área ni para jugarlos ni para rematarlos. El penalti del que fue objeto premió las intenciones que el grupo mostró en el primer periodo, cuando se expresó algo mejor sobre el campo. El propio Montero, en alguna maniobra suya, o Santi Villa, en un lanzamiento de falta que acabó en la cruceta, tuvieron las ocasiones más claras. Trabajó mejor el Real Jaén, pero no se le vio suelto. Llegó el duro golpe del tanto de Samu en una falta lateral, en un espléndido remate de cabeza, y todo se giró en contra. Fran pudo cerrar el partido un minuto después. El conjunto de Aybar tuvo perdido el encuentro toda la segunda parte. Incluso, La Roda trazó varias contras peligrosas que pudieron acabar en la red. La luz se encendió al final, en el añadido, con un penalti que, al menos, salvó un punto. Santi Villa aseguró. Como dijo un buen aficionado, los experimentos, para el Trofeo del Olivo.