El Real Jaén no sale de la cueva 0-0

JOSÉ EUGENIO LARA / JAÉN
El Real Jaén ha convertido sus encuentros en casa en un suplicio. Ni gana ni divierte. Ayer sacó de quicio a sus aficionados con un fútbol tosco y deprimente que mereció la reprobación del graderío. De nuevo dejó escapar otra oportunidad para poner distancia ante los rivales directos.

    12 ene 2009 / 10:56 H.

    El Real Jaén sigue envuelto en esa dinámica negativa que le persigue cuando juega en La Victoria. Está metido como en una cueva de la que no consigue salir. Su juego, además, se asemeja al de los equipos que no tienen recursos y que abusan del patadón o del fútbol directo. El espectáculo de ayer fue horrible. El equipo terminó de helar un ambiente que se presentaba propicio para sumar los tres puntos. Al menos, el rival dibujaba una trayectoria poco fiable como visitante —sólo tres puntos en nueve partidos—. Pero el Real Jaén tiene el defecto de hacer buenos a los oponentes que se dejan caer por La Victoria. Sólo con juntar las líneas y dar la iniciativa a los jiennenses es suficiente para amargar la tarde a los fieles seguidores blancos. No hizo mucho más el Écija. Pedro Buenaventura cosió las dos líneas de cuatro, cerró su portería y le dio el balón al Real Jaén. Alguna vez se asomó por las cercanías de Dani Hernández para dejarse ver en el maltrecho césped, pero nada más. Es un grupo con buenos jugadores, pero mal articulado como equipo, según revelan los marcadores.
        A un planteamiento tan resultadista, al Real Jaén sólo se le ocurrió acudir al fútbol directo, al balón frontal o al patadón hacia adelante. Y el resultado fue el esperado. Ha ofrecido espectáculos ásperos el Real Jaén en La Victoria, pero ninguno como el de ayer. Al grupo se le vio agotado en recursos, sin frescura física, sin un trazado fino y con las ideas justas. Ni siquiera tuvo el arreón final de otros encuentros. El propio Terrazas tampoco supo manejar el juego desde la banda ni cambiar la dinámica. Por ello, no extrañó que afloraran los pitos y los silbidos. Aguantar el fútbol sombrío y amorfo del Real Jaén fue un ejercicio de forofismo en una tarde especialmente fría.
    La primera parte no tuvo nada. Sólo el error incomprensible de Geni, que esta temporada no suele fallar esas ocasiones. El resto, mejor obviarlo. La segunda no fue más allá, porque el fútbol fue tan mezquino y agrio como en el primer acto. Angulo y David Hernández permitieron la resurrección de Dani Hernández después de los últimos fallos. Ayer su actuación fue salvadora. Y Geni hizo lo propio con Luque en un remate de cabeza. El meta del Écija dibujó una parada fotográfica que evitó el tanto jiennense. Entre errores y errores no destacó nadie. Quiso hacerlo el colegiado con decisiones poco entendibles, pero no lo consiguió. Desde el primer minuto prevaleció el antifútbol y su influjo fue tal que ningún equipo logró bajar el balón y darle algo de estética o belleza a cada pase. Fue horroroso. Nunca quedó la sensación de que  podía llegar el gol. El Real Jaén ha mostrado un perfil desangelado en muchos compromisos en casa, pero nunca como ayer. El equipo sigue metido en su cueva, abrigado por las carambolas de los resultados y consolado por los números. No obstante, hay una realidad incuestionable: la afición ha perdido la paciencia.