El Real Jaén entra en fase depresiva
El Real Jaén perdió de nuevo en Murcia, como es tradición, pero lo hizo con una sensación extraña, más cerca de la impotencia y del no saber qué hacer que de plantarle cara a un rival intenso y muy activo con y sin balón. El gol fue cuestión de tiempo. Aguantó el Real Jaén en la primera parte, pero en la segunda sucedió lo que se veía venir. Peor fue la sensación que el resultado, sin duda. El caos, incluso, se vaticinó en el calentamiento y en los primeros compases del partido. Antes de empezar se lesionó Dani Torres y comenzado el encuentro a Montero le sucedió lo mismo. Malos augurios para un choque sin forma en el que el Real Jaén fue un simple invitado. No llegó nunca a disputarle el balón al Murcia y siempre fue a lomos de un rival que entró de lleno en el juego y que no hizo concesiones. Si al descanso no se movió el marcador fue por puro milagro. El Murcia lo puso todo, el acierto y la falta de puntería. El Real Jaén no dio nada, solo una defensa, débil en muchas ocasiones, que sufrió para contener la intensidad de un oponente que jugó con una marcha más. No hubo forma de parar al Murcia, salvo René, que estuvo inspirado y fue el mejor del Real Jaén en una noche de mucho trabajo. Todos los avatares del comienzo tuvieron un efecto devastador en el equipo. Herrero no tuvo más remedio que meter a Rúper en el mediocentro y desplazar a Óscar Quesada como central, junto con Hugo Álvarez. No fue una buena solución, porque el Real Jaén estuvo calado en la medular. No se estructuró bien el grupo sobre Rúper y la conclusión fue que el Real Jaén nunca tuvo el esférico. La sensación fue tan anómala que dio la impresión de que los jugadores tenían plomo en las piernas. Solo correr y correr detrás de la pelota. Y ya se sabe que este equipo sin balón se somete a un sufrimiento extremo. Y así fue.

Tampoco fue una buena solución el experimento de Herrero de prescindir de Jozabed y de Óscar Rico, dos jugadores con estirpe creativa y con naturalidad a la hora de tener la posesión y de desbordar. Sin el sevillano, la nave estuvo sin rumbo y sometida a la ley que le marcó el conjunto murciano. El Real Jaén redondeó una primera parte desgarradora y desangelada, lejos de esa imagen aseada y bien puesta que suele mostrar el conjunto. No recibió ningún gol porque el ataque grana fue cándido en muchas ocasiones. Pero el gol siempre merodeó por las inmediaciones de René. La fogosidad del Murcia difuminó a un Real Jaén que no compareció en la primera parte. A Casto ni se le vio por televisión. Algún saque de puerta y poco más. Jona poco pudo hacer. Se encontró con un marrón con la lesión de Montero y su precipitada reaparición no dejó de ser un riesgo. No estuvo bien el punta. No cambió mucho la sensación en la continuación. A los pocos minutos ocurrió lo que se intuía. No defendió bien el Real Jaén una internada por la banda izquierda y Álex Martínez dibujó un disparo raso que sorprendió a René. Suele suceder en el fútbol. El gol llega en la acción más inesperada. Y ocurrió. Con el tanto recibido y con los cambios realizados (Jozabed y Óscar Rico entraron al campo), el Real Jaén buscó su versión más natural. Se le vio mejor al equipo, al menos, tuvo más la pelota y trató de jugarla con sentido, aunque siempre lejos de la portería de Casto. No tiró ni una sola vez contra la portería, aunque tuvo acciones a balón parado que siempre suelen ser un buen argumento cuando el juego dinámico no reporta beneficios. El Real Jaén se echó hacia adelante y arriesgó. El Murcia ganó espacios, los ocupó bien y se planteó más de una vez ante René, que estuvo espléndido. Solo al final no pudo contener una doble acción de Molinero y Kike, quien, finalmente, anotó el segundo gol. Ahí acabó todo. Triunfó el Murcia ante un Real Jaén que dejó una imagen insólita, más cerca del estado depresivo que de la frescura que siempre ha mostrado.