El precio rompe la fidelidad
Puede parecer elemental o demasiado obvio, pero el dato debe llevar a una reflexión en profundidad: si sube el precio del aceite de oliva virgen extra, el consumidor no compra. El estudio de una consultora vuelve a poner sobre la mesa la realidad de que las familias se decantan por otras grasas vegetales cuando el litro del zumo de aceituna supera la barrera de los tres euros en los lineales de los supermercados. La mala cosecha de aceite repercute en un auge en la cotización, de manera que se convierte casi en un artículo de lujo, por lo que el consumidor toma nota y actúa en consecuencia. La fidelidad al producto no llega a tanto como para obviar el coste y adquirir el oliva cueste lo que cueste. Se mira el precio, más aún en esta complicada coyuntura, y la bajada en el consumo también se refleja en los indicadores oficiales del Ministerio de Agricultura y de la Consejería de la Junta, que lo cifran hasta en un diez por ciento cuando se supera la citada barrera psicológica de los tres euros. Al menos, las buenas previsiones de la próxima campaña abren el panorama a mejores expectativas.
Es preciso actuar con inteligencia y visión a largo plazo para que no pase, como el refranero, que sea pan para hoy y hambre para mañana. Las fluctuaciones en el precio dañan la imagen del producto en el mercado y, por extensión, del sector oleícola en general, una falta de concreción que limita en gran medida las operaciones comerciales a medio o largo plazo ante la imposibilidad de calcular el precio con cierta exactitud. Esa ha sido siempre, y sigue siendo ahora, otra de las grandes asignaturas pendientes y un gran lastre a la hora de lograr ser dueños reales de las plusvalías de un tesoro del que la provincia es la principal productora mundial.
Es preciso actuar con inteligencia y visión a largo plazo para que no pase, como el refranero, que sea pan para hoy y hambre para mañana. Las fluctuaciones en el precio dañan la imagen del producto en el mercado y, por extensión, del sector oleícola en general, una falta de concreción que limita en gran medida las operaciones comerciales a medio o largo plazo ante la imposibilidad de calcular el precio con cierta exactitud. Esa ha sido siempre, y sigue siendo ahora, otra de las grandes asignaturas pendientes y un gran lastre a la hora de lograr ser dueños reales de las plusvalías de un tesoro del que la provincia es la principal productora mundial.