El precio de la Catedral

Entrar a la Catedral de Jaén sale a cinco euros por barba. Cinco euros es una minucia para unas cosas y un mundo para otras, y para entrar a ver la Catedral jiennense, la cantidad se antoja de muchos ceros, aunque no los tenga. No porque como obra de arte no merezca sacar cartera, sino porque un templo religioso no puede tener como principal requisito el pago. Me niego. Solo puedes librarte de apoquinar si vas en horario de misa, y ni en ese momento dejan tirar de picaresca patria, porque tienes que olisquear “rapidito, si no te vas a quedar a oír la ceremonia”. Cuando un señor mayor, con un refunfuño de años labrado en su expresión, me pidió los cinco euros para entrar de visita a la Catedral, solo me salió una palabra: usura, y una imagen: la de un tal Jesús derramando cajas de naranjas y de pollos crudos en un templo que estaba siendo usado para comerciar. Decliné la opción de aporrear santos y vírgenes hasta sacarles el último cuarto y opté por marcharme de allí, con unas palabras que mi padre me contó una vez rebotando por dentro de mí cabeza: Si rezando en una iglesia te apetece un pitillo, el cura te dirá que no, que ese no es lugar, pero si estás fumando en la puerta y te apetece rezar; para dentro, que cualquier momento es bueno para hablar con Dios.

    15 may 2014 / 22:00 H.